He leído publicado en varios diarios, pura coincidencia, la necesidad de que los profesionales se identifiquen con su habito característico de su profesión, alegan que ello da distinción y seguridad a quien se dirige a estos profesionales.
A esta sentencia popular: “El hábito no hace al monje” se le pueden dar múltiples aplicaciones, podemos decir que este habito no hace al monje, ni la mitra al obispo, ni el descamisado al socialista (ahora menos que nunca), ni la bata blanca al médico (el cirujano Doctor Pedro Cavadas, hombre de gran prestigio internacional por sus trasplantes de cara, brazos y pies, en su biografía manifiesta que nunca utilizó la bata blanca de médico), ni la borla al catedrático, ni el pincel y la paleta al artista, etc... Hay locos que se visten de lo que sea y se creen los “reyes del mambo”, basta mirar unos minutos la televisión en hora punta y nos encontraremos con algunos.
Considero que no es necesario llevar nada externo que te identifique lo que eres, lo real, el como eres está dentro de uno, en función de ello serás tenido en cuenta y serás respetado; para que quiero que me atienda un médico con su bata si no sabe tratar el enfermo, o el catedrático con su traje y sombrero con borla que delega en sus adjuntos la formación de sus alumnos, o el ciclista con su maillot y su gran bicicleta que cuando se inclina la carretera le tiene que recoger el coche escoba.
El hábito no hace al monje, pero el monje si hace al hábito; este hábito solo es auténtico cuando está en sintonía con el interior de la persona. Lo externo sólo no basta, se puede convertir en una máscara engañosa para el que se la pone y para el que te ve.
Rotundamente sí, Emilio. Nuestro exterior es mera apariencia, como lo es la bata blanca de los médicos. Lo que hace a un hombre diferente de otro es su conducta, no el color de su piel o su vestido. Algunos gremios, como el caso de los médicos, la usan más como un elemento de distinción (encorbatados por debajo) que como un útil de trabajo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Francisco, nunca he sido amigo de los hábitos, cuando los llevé por obligación eran un auténtico poema verme, el dichoso hábito tenia agujeros hasta en los forros, y no es literatura; en mis primeros tiempos telefónicos me dedicaba al mantenimiento de las baterías y grupos pelapones en Barcelona, eso, después de mantener los cuadros que un día pusiste; baterías que se cargaban con ácido, ya te puede imaginar los agujeros a causa de los chorreones y las salpicaduras. Hoy, por no usar no me gusta ni la corbata, aunque esta en alguna ocasión y por obligación la he tenido que llevar.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Emilio!! Coincido totalmente con lo que dices. Tu reflexión final sintetiza lo que opino.
ResponderEliminarBeso
Gracias, me complace coincidir.
ResponderEliminarUn beso.
Emilio te cuento que en Argentina los médicos llevan guardapolvo blanco lo que hace que los niños entren a llorar en cuanto ven a alguien con ese atuendo. Lo ideal sería que los pediatras los atendieran de particular.
ResponderEliminarTambién hay una disposición en donde todo profesional que se presente en TV tiene que mostrar su matrícula, cosa que veo bien porque se ha presentado cada chanta sin título!
Te digo además que el domingo pongo tu entrada, prepárate para recibir algún invitado...jejej!
Mi afecto hacia vos.
Tienes toda la razón Emilio, el hábito nunca hace al monje.Lo que somos se lleva por dentro y si tu profesión te gusta la llevas a gala sin que sea necesario hábito.
ResponderEliminarBesos desde el airre
Norma, disfruto cuando un/a bloger/a sudamericano/a me escribe y si escucho a un Argentino/a ya subo a los altares, el punto que le dais a las frases, la musicalidad en el hablar, las palabras que apenas son usadas por aquí; ustedes siguen manteniendo un castellano bello, que aquí estamos olvidando.
ResponderEliminarViniendo de ti, todos aquellos que envies están invitados, espero poderlos recibir en consonancia.
Un cordial abrazo.
Gracias Rosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Indudablemente que el hábito no hace al monje, pero estoy totalmente de acuerdo con tu reflexión fina. A mí me gusta que mi médico me atienda bien, pero si lleva su bata blanca en lugar de un chandall miel sobre ojuelas.
ResponderEliminar¡¡Hombre!! chándal no, por cierto mi médico de cabecera me comentó que no ha utilizado nunca bata, es un médico de unos 50 años, y hasta ahora es el mejor de los muchos que he tenido, te recibe con una vestimenta informal.
ResponderEliminarSaludos Felipe
me uno a tus letras sublime Maestro que son sabias y certeras como tu siempre nos regalas estimado y admirado amigo.
ResponderEliminarMuchos besinos de esta amiga admiradora que te desea con cariño feliz fin de semana.
Tus palabras, amiga asturiana, me elevan mi ego a una altura inalcanzable, manda narices, "a la vejez viruelas".
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy de acuerdo contigo, Emilio, el exterior es tan solo superficial, no hay nada más, lo que importa es el interior, y porque se lleve una bata blanca no se va a ser mejor doctor que uno que no la lleve, lo principal es que sea un buen profesional en su trabajo, lleve lo que lleve, o que sea buena persona si se trata de un amigo.
ResponderEliminarMe gustan los temas que tratas.
Un beso.
Por cierto, en el lado lateral de tu blog estoy viendo una sección de "Ayudas para tu blog", me voy a acercar a ver qué descubro.
ResponderEliminarHola Maria, es interesante estas ayudas, al menos a mi me han salvado en alguna ocasión.
ResponderEliminarEn cuanto a lo otro, compartimos planteamientos
Un abrazo.