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Foto publicada en "El País" |
Un
artículo de la FAO (Organización de las
Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura) titulado “los
insectos forestales comestibles, una fuerte de proteínas que se suele pasar por
alto” ha generado muchos artículos “sin sustancia” en los medios de
comunicación. El autor del informe P. Vantomme nos dice que “más de
1.400 especies de insectos son consumidas por el ser humano en todo el mundo, y
la mayor parte es cosechada en bosques naturales.”, el artículo continúa
indicando que estos insectos no solo son útiles como alimento; “también
curan.”, algunos se han puesto las manos en la cabeza.
El artículo tuvo difusión en los medios españoles cuando el Ministro de Agricultura, Sr. Cañete,
que le gusta meterse en todo tipo de charcos, me recordó al Presidente Aznar cuando dijo que hablaba catalán en la intimidad, nos dice “que ha comido insectos
y cuando están fritos y son pequeñitos no son desagradables”, continua, “pero no
creo que sea la base de la dieta mundial”. Como suele ser habitual con este
gobierno, este ministro también se equivoca con este último comentario, ya que el
informe dice que “los insectos contribuyen significativamente a la seguridad alimentaria
y a los medios de vida de las personas en muchos países en desarrollo,
principalmente en África y Asia, pero también se consumen en ciertas zonas de
América Latina (…) Los insectos pueden constituir una parte regular, estacional
u ocasional de la dieta, no porque no se tengan alimentos cárnicos sino porque
los insectos se consideran un manjar exquisito.”
En
línea con el tema planteado y para aquellos que quieran informarse “de verdad”
sobre la cuestión alimentaria, recomiendo el libro de Marvin Harris, antropólogo americano, y su libro “Bueno para comer” un libro que considero indispensable para nutrir el
librepensamiento y la capacidad de reconsiderar la pesada carga etnocentrista
que llevamos.
¿Sentimos repugnancia si pensamos en comernos un
estofado de perro?, ¿Y un buen plato de chinches fritas?, ¿Saltamontes?,
¿Hormigas?, ¿Serpiente?, ¿Carne cruda?, ¿Humanos?, ¿Caballo?...., el libro
analiza las razones reales por las que una cultura determinada se inclina por
determinadas fuentes de proteínas y rechaza otras, las razones son
fundamentalmente culturales y se basan en una sencilla fórmula, la
disponibilidad de las proteínas en determinado ambiente y el coste de su
consecución.
He tenido
la suerte de visitar algunos países con alimentos diferenciados a los que en
Occidentes estamos acostumbrados, aunque no he comido insectos, si que me he
alimentado con otras especies animales del tipo:especie de rata bien hermosa, caimán, serpiente
y puedo asegurar que estaban muy ricas, una vez salvado la prevención mental, igualmente
he comido un tipo de pescado del amazonas que siendo repulsivo su aspecto, en
ceviche, podía pasarse aunque su sabor no era para tirar cohetes.
Con este
libro y el informe de la FAO se da a conocer que comer insectos y otros productos que, en Occidente
producen prevención y asco, son considerados normales y además alimentan a
muchos millones de personas en el mundo. Existe otro libro titulado “Para
raros nosotros” del antropólogo Paúl
Bohannan que ya solo con el título nos define
perfectamente.