El Sr. Harris es un antropólogo americano nacido en el 1927 y
fallecido en el 2001, perteneciente a la corriente
materialista de la
antropología.El materialismo cultural «está
basado en la simple premisa de que la vida social humana es una respuesta a los
problemas prácticos de la existencia terrenal», su meta principal es dar
explicaciones científicas causales sobre las diferencias y similitudes en el
pensamiento y comportamiento que hay entre los grupos humanos.
Como buen antropólogo, se hacía una serie de
preguntas que generan profundas reflexiones, algunas de ellas: ¿por
qué son tan distintos los hábitos alimentarios de los seres humanos?, ¿por qué aparecen determinadas
preferencias y evitaciones alimentarias en unas culturas y no en otras?.
Harris
manifestaba que “la
comida debe alimentar la mente colectiva antes de pasar a un estómago vacío”.
Una
vez planteado lo anterior, como abuelo cebolleta y antropólogo me hago la
siguiente pregunta, ¿por
qué puñetas mis nietos, educados en la misma cultura, en la misma casa,
con los mismos padres y abuelos, cada uno tiene su gusto particular y por
ello, mi esposa y sus padres tienen que hacer una comida diferente para cada
uno de ellos?, esta es una pregunta que muchos padres jóvenes (ojo con el matiz), se hacen en la
puerta del colegio, por todo ello no me sorprendió que, hace unos días, uno
de mis nietos, me mostrara esta hoja que había realizado la “seño” para
que pudieran comer variado, como vemos el tema ha llegado a las
escuelas, aquí nos tenéis haciendo “virguerías” para que los niños
se alimenten de forma correcta dada esa imagen
colectiva globalizada, de vida y de alimentación, que
las televisiones y las multinacionales de la alimentación están
introduciéndoles desde la más tierna infancia.
Todavía me acuerdo cuando comíamos lentejas - las odiaba - y mis padres,
en la época que no había televisión, me decían, “o las tomas o las dejas,
pero esto es lo que hay para la cena”, que remedio, había que
tragarlas. ¡¡Que tiempos aquellos!!, hoy te acusarían de maltrato.
Emilio Manuel M.
Es cierto que cada criatura tiene su carta de los gustos, pero no menos cierto que la flexibilidad de los padres y abuelos hacen que los niños seleccionen aquello que más les apetece. Conozco algunas familias numerosas y en ninguna de ellas sucede así, sino que del mayor al menor todos saben que eso es lo que hay y lo comes o pasa hambre. Todos tenemos nuestras preferencias, pero la de los padres debe ser la de educar.
ResponderEliminarFrancisco, lo de educar en temas alimentarios llevas toda la razón, como tu conoces, antes era "lo tomas o lo dejas, pero esto es lo que hay", con los juguetes pasaba lo mismo, uno para todo el año; hoy, sin embargo, hay gran cantidad de productos alimentarios que antes no había, los niños tienen una amplia gama de elección, luego tenemos la televisión que casi te dice lo que tienes que comer, algo que también ha transcendido a los colegios donde se escuchan las pataletas de los pequeños porque no quieren comer lo que les ponen.
ResponderEliminarLa educación como dices empieza en la familia, llevas toda la razón y participo de ello, pero si no hay colaboración por parte del resto de instituciones, los padres se encuentran luchando con sus hijos, con la televisión, con los amigos, con los chocolates, hamburguesas, y con todo aquello que les meten por los ojos.
Saludos
Tienes razón: es más fácil educar sin contaminación externa.
ResponderEliminarEs cierto Francisco. En el caso de mis nietos (3 y 6 años) poco a poco ya empiezan a probar otras cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Emilio: es verdad que es difícil educar con tanta agresión externa, pero también es verdad que los niños se van haciendo a los sabores poco a poco.Y también no es menos ciertos que los padres no saben educar en este sentido.El tema este de las lentejas a mi me pasó de pequeña, yo las odiaba (ahora cuando las hago me encantan!),y mis padres actuaron igual, estuve en posición de rebeldía medio día. Al levantarme por la mañana tenía hambre y me las comí todas,todas.
ResponderEliminarYo creo que los padres por el miedo que les tachen de no sé qué, o el niño pase "hambre" (no pasa nada por un día), ceden demasiado.Si los padres comen ,por ejemplo, un día cocido ,se come cocido para todos.
En este sentido no debe haber concesiones diarias,de vez en cuando...pero diarias no.Un abrazo! ¡feliz día a todos!
Mira por donde hoy voy a comer unas magníficas lentejas - hoy me encantan-, sin embargo, los padres de los niños de hoy no tienen tiempo de educar a los hijos en ese sentido, vienen del trabajo y han preparado una comida sencilla el dia anterior, y esa comida sencilla no pasa por los guisos de las abuelas. En cuanto a los abuelos, tampoco tenemos ganas de "tener fiesta en casa" a la hora de darles de comer, cuando luego van a casa y sus padres les dan lo que quieren.
ResponderEliminarMe imagino que como bien dices y ya he manifestado, poco a poco irán comiendo guisos, verduras y frutas.
Un abrazo Claudia.
Es cierto que los niños salen cada vez más "remilgados" con esto de las comidas. Eso pasa porque les damos de todo y no valoran nada. En mis tiempos los padres y abuelos no se andaban con tonterías. Se comía lo que había y punto. La mayoría de las veces eran comidas de puchero, y los domingos paella, para variar.A mí me sabía tan rico.Y cuando había algún extra..¡ni te cuento!
ResponderEliminarUn abrazo
Es que cuando hay poco, nos comíamos hasta las piedras, los niños de hoy solo saben pedir "porquerías"
ResponderEliminarUn saludo Hada
¡Qué razón llevas con las lentejas!, en mi caso eran las habichuelas, me las guardABAN PARA LA CENA, ASÍ ES QUE ¡CHICA LISTA!, PENSÉ QUE SERÍA MEJOR COMERLAScuando tocaran.
ResponderEliminarHoy se podría hacer eso, ya... ya...
Lo que hacían nuestros padres con nosotros, hoy seria considerado violencia infantil, ¡¡vamos!! que nos veríamos denunciados por un mocoso de 5 años. ¡¡manda huevos!!
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que la única comida que no me gusta son las lentejas, pero aún así las como. Mis hijos comen hasta piedras, pero cuando vienen sus coleguillas a casa es un desastre ver lo que hay en muchos hogares respecto a este tema.
ResponderEliminarUn saludo.
Personalmente, menos los caracoles, pensar en la baba me da repelús, me como todo, vamos, he llegado a comer carne de caimán en el amazonas que por cierto está muy rica y cui asado muy parecida a la rata de indias que tampoco está malo, muy parecido al conejo así como algún que otro bicho que no es cosa de recordar. ¡¡Ah!! esto te lo digo porque yo también era un poco tiquismiquis de pequeño, aunque era un época que no podías hacer asco a nada.
ResponderEliminarSi tus hijos se comen hasta las piedras, no sabes lo que tienes, algunos para que lleguen a esa situación han de pasar décadas.
Un saludo
Qué puedo decir yo a esta altura de los comentarios, ya lo han dicho todo y estoy de acuerdo. Creo que cada ser humano es único con gustos y saberes diferentes, pero los únicos culpables son los padres en un 50% de los "caprichos" de sus hijos.En mi caso mi nieta de 4 retira de su comida lo rojo¡ Claro ve a su mamá apartar el pimiento porque le hace mal! Pero yo se lo disimulo(a la mamá)y lo come ¿cómo es que no le hace daño?.
ResponderEliminarSaludos Emilio desde mi nuevo blog sobre NUTRICIÓN http://siempreseraprimavera.blogspot.com/
Será por las prisas o el no detenernos unos minutos con nuestros hijos para que un asunto tan esencial como la alimentación sea cada vez más un asunto que escapa de ámbito familiar,incluso social.
ResponderEliminarSaludos
Una de las causas, creo, es la falta de tiempo de los padres para estar con sus hijos entre semana, los fines de semana cuando están todos no quieren jaleos, podemos decir que es un problema de conciliación de vida familiar, luego están el de la gran cantidad de oferta de alimentos que son fáciles de comer y la televisión.
ResponderEliminarSaludos Felipe.
Hola Norma, lleva razón es que si ven a los padres con tonterías en cuanto a la comida los hijos, que son reflejo de ellos,hacen lo mismo o más.
ResponderEliminarUn saludo
Como buen antropólogo, se hacía una serie de preguntas que generan profundas reflexiones
ResponderEliminarUf!!! menos mal que están los antropólogos para hacerse preguntas interasnte y hacernos reflexionar que sino ¿qué sería de nosotros?
Gracias por tu reflexión . Un abrazo
En un mundo individualista, no es mucha la gente que se hace preguntas, si se las hiciera, seguro que esto funcionaria mejor. Por suerte están esta gente y otros que, sin ser científicos, se preocupan de lo que ocurre en el mundo, por desgracia no hay muchos, la mayoría se preocupa por subsistir que no es poco.
ResponderEliminarSaludos Chelo
Emilio es otra època y hay otro tipo de almentaciòn, en mi tiempo solo habìa un chocolate, varios yogurts, y por supuesto las lentejas. Ahora en casa a mis hijos una vez a la semana se les pone lentejas, eso si a unos pasadas y al otro sin pasar, pero a comer que es lo que hay......aunque despuès se llenen de chucherias.
ResponderEliminarMe ha gustado tu entrada porque la alimentaciòn es muy importante.
un fuerte abrazo
fus
En mi época Fus, no había ni yogurts y lo chocolates mas bien parecían arenilla.
ResponderEliminarSaludos
Bueno, por suerte a mi hijo le encantan las lentejas...
ResponderEliminarBesos, Emilio.
¡¡Coño!! será de los pocos que les gustan las lentejas, o le has repetidos eso de "si no las comes hoy, las comerás mañana".
ResponderEliminarUn abrazo zarzamora.