MITO Y FIESTA. LA TARASCA

        En unos días Granada estará de fiesta, y como es habitual será la tarasca la que abra las puertas de esta feria granadina del Corpus.

         Pero ¿quiénes eran las Tarascas?;  las Tarascas, esas raras mujeres sobre dragones, sea cual sea su origen, hay quien lo sitúa en la Edad Media y quien lo lleva hasta la antigüedad lejana, al parecer servían como alegorías que han merecido interpretaciones para todos los gustos: la belleza femenina triunfando sobre la fuerza bruta, la inteligencia ordenadora dominando el caos, o la virtud venciendo al vicio. Ya más recientemente, con argumentos menos moralizantes, se suele decir que la Tarasca sirve para criticar los excesos de la moda y poner en ridículo a las mujeres que siguen ciegamente sus dictados.

         En clave granadina y contemporánea, se ha destacado siempre el aspecto ridículo y desgarbado, como requisito de una figura que aquí desde luego no simboliza la belleza como don habitualmente atribuido a las mujeres. Por eso todavía algunos dicen «más fea que la Tarasca». Forma parte de la misma tradición el que quienes han vestido a la Tarasca afirmen que es complicado hacerlo, pues efectivamente está contrahecha y sus medidas no son precisamente las de una modelo. Quizá por eso, se ponga lo que se ponga, la pobre suele ir bastante fachosa o incluso desgarbada, por no decir cursi, o decididamente hortera.

         En una época de decaimiento y crisis, ella, como muchos de nosotros, necesita también escapar de la realidad mortificante y refugiarse en la fiesta excesiva. Para eso la sacamos a las calles desde hace siglos, siguiendo un pautado ceremonial que apenas si cambia, irá acompañada de los gigantes y cabezudos, como siempre acompañados de sus vejigas tratarán de asustar a la gran masa de chiquillos que cubren las calles Granadinas esperando que a la tarde los padres los lleven a pasear por la Feria. Se repite el ciclo de la fiesta y el mito.