lunes, 8 de abril de 2013

DESGARR-ARTE

La separación de alguien a quien has estado unido mediante un vínculo intenso ya sea por la muerte de este o el adiós inesperado lleva implícito un sufrimiento y un dolor. Vivimos en una sociedad donde no tiene cabida el dolor ni la muerte. Simplemente se ocultan. Los ancianos se confinan en asilos, los moribundos en hospitales, de la misma forma que los muertos se esconden tras las tapias de los cementerios. Se oculta la fealdad, la enfermedad y se huye de cualquier persona que pasa por un proceso de sufrimiento intenso, quizás porque todo ello nos acerca a nuestra condición humana: somos mortales, y en cualquier momento nos puede tocar a nosotros, pero mientras podamos esquivarla, correremos a vivir el momento. Una sociedad en busca de la felicidad instantánea, una sociedad de usar y tirar.

El dolor, o duelo, es indescriptible. Solo lo conocen quienes han pasado por ello. Cada uno desde su propia experiencia: la muerte de un hijo, la de una madre, las pérdidas en serie de una guerra o la individual de una pareja. Produce la sensación de desgarro, como si te arrancaran a tiras las entrañas. Es personal, inmenso, solitario. Provoca desconsuelo, desorientación, especialmente cuando es súbita e inesperada la despedida. Se pierde una gran parte de la vida, cada pérdida de un ser querido supone una amputación de algo corporal que no vuelves a tener y deja su espacio, su vacío. Te amputan una pierna y debes aprender a sanar la herida, a cerrarla y a andar con muletas.
El cerebro se acelera, no duermes, el estómago se cierra, no comes, la vida se convierte en una pesadilla permanente que te impide vivir. Nada sirve, nada vale, nada consuela. Los sentimientos de culpa, el modo miserable, ruin, cruel inhumano de trato se apoderan de la mente. Este momento en el que se produce un giro fatal del destino, es a la vez el motor, la fuerza que nos obliga a mirar dentro de nosotros y que puede acabar siendo un regalo en nuestra vida. En cada uno de nosotros existen recursos aletargados que esperan a ser descubiertos. Decía Nietzsche que “quien tiene un por qué para vivir encuentra el cómo”. Se puede encontrar una salida cuando el horizonte se hace estrecho y negro como un túnel. La libertad, la autonomía, la independencia es la asignatura pendiente del ser humano, el gran reto de un futuro incierto. Todos tenemos la capacidad de volar solos después de una pérdida, aunque lloremos, nos desangremos, nos desgarremos... como decía Voltaire, el verdadero valor consiste en saber sufrir, y yo añadiría, en saber salir del sufrimiento. Hablamos de dolor pero en realidad deberíamos hacer una diferenciación entre dolor y sufrimiento. El dolor es un estado de desequilibrio que nos hace daño y que es causado por un impacto fuerte, duro y desestabilizador a raíz de una agresión o pérdida. Afecta física, emocional y mentalmente, y perdura hasta que la persona se pueda restablecer. Si me duele la cabeza puedo tomarme una pastilla para mitigar la sensación incluso hacerla desaparecer ya que tiene un componente físico claro.

El sufrimiento incorpora un componente emocional y/o mental del desasosiego y malestar. A
veces puede llevar a una imposibilidad de reacción y la negación de encontrar remedio y solución. Es como si nos pusiéramos unas gafas con las que solo queremos ver lo negativo. Si ante el dolor existen las pastillas ante el sufrimiento está la capacidad de cambio. Es el momento de volver a renacer. Solo a través de experiencias de sufrimiento fortalecemos el alma, aclaramos la visión y elevamos la ambición.

El duelo es por tanto una reacción que aúna dos componentes uno físico y otro emocional. El modo de sufrimiento es único en cada individuo, pero tiene una esperanza en la lejanía, en el objetivo. Supone un movimiento de la Oscuridad a la Luz. De la sequía extrema hay que saber extraer el agua suficiente y administrarlo para calmar la sed.

El concepto de pérdida es fundamental en el camino de superación de la adversidad. Distinguir entre lo esencial y lo accidental. ¿Qué tengo que perder?. “Lo que puedes hacer o sueñes que puedes hacer, empieza a hacerlo ya”, como decía Goethe. Es el momento de parar la caída libre en el pozo y pensar en cómo salir de ahí. Hay una fábula que nos indica el camino y que resumo brevemente. Un día el burro viejo de un campesino se cayó a un pozo y lloró mientras el campesino trataba de sacarlo de allí, como veía que era inútil el esfuerzo y pensando en lo viejo que el animal era, decidió abandonarlo y taparlo puesto que había dejado de dar agua. Llamó a los vecinos y cada uno empezó a tirar tierra al pozo. El animal se dio cuenta de que si dejaba de llorar y sacudía la tierra que le caía encima comenzaría el ascenso, poco a poco, paso a paso, hasta que llegó al brocal de pozo y salió trotando. De modo que procura que las necesidades sean pequeñas, las expectativas moderadas y las aspiraciones elevadas en la vida.

El duelo tiene una componente importante de incertidumbre. Pierdes el control de la vida y para recuperarlo hay que salir del guión previsto. Cuanto más brusco y violento es el vendaval, cuantos más destrozos ocasiona, quedan más intactos y a la vista de todos lo que es esencial en ti como ser humano. Pero necesitas tiempo para que se produzca el cambio. Adaptarse es traumático, tiene una parte de negación. Es el amortiguador, la protección antes de ser desbordados por la ansiedad, la inseguridad, el pánico. Es el estómago que nos ayuda a procesar y digerir el miedo que provoca la pérdida. Es la máquina que nos permite comprar tiempo, el tiempo que necesitamos para hacer la digestión sin que se convierta en un camino paralelo al de una enfermedad incurable. Soltamos la cuerda que nos unió a alguien querido solo cuando nos damos cuenta e interiorizamos que ya no está. Eso es aprender a vivir con tu propia compañía, perdonarte y encontrar un estado de paz y tranquilidad necesarios después de un proceso largo, penoso, doloroso, tortuoso y solitario. Si el campo está lleno de flores frescas, coloridas y luminosas ¿por qué aferrarse a una flor muerta?. Si después de cada tormenta sale el arco iris y luce el sol, ¿por qué no querer abrir las ventanas del corazón?

Escrito autorizado por Pilar Jimenez (  http://peritosarte.blogspot.com.es/ ) 9 de marzo de 2013. Espero que el escrito sea tan solo una fabulación;  de no serlo, que tu reflexión final se haga realidad. Un fuerte abrazo amiga Pilar. 

23 comentarios:

  1. Lo creerás o no,pero a mí estas letras me han emocionado hasta la médula.
    El duelo por un ser amado,es como encontrarse de repente en un desierto a solas, sin espejismos u oasis...
    Dejarse abatir bajo el sol del sufrimiento o seguir buscando ese átomo que nos haga vivir en medio de esa marea inhumana y terrible, es una decisión que cuesta que llegue, que aparece lejana por un tiempo definido que ignoramos y que siempre llega,siempre, por mucho que en un principio se nos haga imposible.

    La vida en sí misma, es un duelo al que hay que sobreponerse y cuesta un mundo hacerlo. Sin duda hay que poner mucho empeño en dar la vuelta a las cosas, pero, también sin duda, es hacerlo o perderse entre las dunas...

    Un abrazo.

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    1. Espero que cuando desee, me pueda contar que le motivó está entrada.

      Un saludo

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  2. Interesante reflexión. ¿Y la cantidad de esculturas para tumbas? Reyes durmientes, donceles de Sigüenza, gálatas moribundos, ángeles plañideros....Expresión del dolor y la muerte de serres queridos.

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    1. Efectivamente es lo que se desprende de esa entrada.

      Un abrazo.

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  3. Me ha encantado este artículo con el que estoy plenamente de acuerdo. Queremos eliminar el dolor y despreciamos la sociedad más propensa a producirlo: aborto, para controlar la calidad de vida de aquellos a quienes se les ha permitido vivir; eutanasia, para quitar de en medio a los más molestos y costosos. Ahora han descubierto los alemanes que les cuesta menos ingresar a sus mayores en residencias del extremo oriente que en las del país bávaro, con lo cual ahorran dinero y hasta las visitas. ¡Qué mundo!

    Un abrazo

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    1. Es tu punto de vista, pero esta entrada va de otras cosas ¿no crees?.

      Saludos

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    2. Cierto, va de otras cosas y también de estas. Las otras ya las has expuesto, no es cosa de andar repidiéndose sino complementando.

      Un abrazo.

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  4. Este preparado a base de separación, dolor , sufrimiento, muerte, duelo etc. no es precisamente un buen desayuno para los tiempos que corren, mejor no llamar al mal tiempo
    Canta a la vida
    Vive el momento
    corre de prisa
    que pasa el tiempo
    Alegría!!!!

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    1. La verdad es que no está el mundo para alegrías, yo diría que está para soleares.

      Un abrazo

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  5. Emilo un placer volver a pasar x aqui y leerte. Como dice el comentario anterior : Canta a la vida , vive el momento.
    Esperemos todo mejore , aunque sea poco a poco.
    cuidat mucho.

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    1. Hola Manu, bien recibido seas, al igual que tu también espero.

      Un abrazo.

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  6. No le deseo ese dolor de duelo ni a mi peor enemigo. Solo espero que cada ser humano tenga un espíritu de supervivencia tan fuerte que le ayude a salir adelante en tales momentos ya que es imposible librarse de ellos.
    Un saludo.

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    1. El ser humano es superviviente por naturaleza, siempre encuentra el camino de salir adelante incluso en los peores momentos, así llevamos centenares de miles de años.

      Un abrazo.

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  7. Un bello escrito, con mucha sustancia.
    Las sociedades tradicionales sabían convivir mejor con la vejez, la enfermedad y la muerte. Me parece que también asumían mejor el duelo. Es cierto, por otro lado, que acaban enterrando en el luto a a las mujeres y controlando que no salieran de él.

    No tengo duda de que si no se hace el duelo por un ser querido que ha muerto, resulta mucho más difícil asimilarlo y que nos sirva su recuerdo para seguir adelante. Ante la adversidad debemos saber caer por el dolor pero volver a enderezarnos como el junco (no recuerdo cómo se denomina a esa capacidad... ¿sabes lo que te digo?).

    En fin, muy certera reflexión, felicidades a Pilar y a ti por traerlo a tu espacio.

    Buena semana!!

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    1. Hola Laura, tu respuesta me ha traído a la memoria una entrada relativa a los muertos existentes en muchas cunetas con motivo de nuestra guerra incivil y como muchas familias no han podido hacer ese duelo tan necesario; la cuestión es que ni la administración les haya facilitado la posibilidad de hacerlo, de ahí que vivan en un duelo permanente.

      No se si es la palabra superar, pero que por ahí van los tiros.

      Un abrazo.

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  8. Si, algo de lo que se habla naturalmente todos los dias, como un divorcio o un desamor, sin embargo muchas veces a mas de uno le producen un dolor insoportable y duante demasiado tiempo, y es que no me canso de decir que estamos mal hechos, deberia,os tener incorporado un botón que pulsándolo se acabara con el dolor... :))
    Salud

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    1. Si al botón le llamamos medicamentos, haberlos haylos, la morfina es uno de los grandes mitigadores del dolor; está el otro dolor, ese que te duele hasta el alma y que no vale nada, solo tu fuerza de voluntad y las ganas de salir adelante.

      Un abrazo.

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  9. Yo si sé lo que es pasar por ese trance. La soledad, el sufrimiento y el dolor no se va de mi imaginación, ni un solo momento. Un abrazo.

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    1. La muerte de un ser muy querido es difícil de superar.

      Un abrazo

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  10. El dolor y el sufrimiento están ahí. Nadie los quiere, pero están con nosotros. Tratar de ocultarlos es absurdo, pero nos movemos en un ambiente que trata de hacernos creer que todo puede ser placentero y oculta una parte de la vida.

    Montaigne dijo que "Filosofar es aprender a morir". Pienso que la mejor forma de aceptar la muerte, el dolor o el sufrimiento es pensar en ello como parte de la vida.

    Saludos!

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    1. No se puede negar lo que manifiestas, pero al igual que hay quien vive en una permanente felicidad hay otras en el sentido contrario, la vida no es ni una cosa ni la otra, hay subidas hay bajadas y hay que saber reponerse a cada una de ellas.

      Un abrazo.

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  11. Igual que vamos aprendiendo a vivir deberíamos ir aprendiendo a sufrir lo menos posible, aunque no sé si eso, aparte de una reflexión que nos hacemos casi todos por nuestro propio bien, se puede llevar a cabo con tanta facilidad. Los duelos hay que pasarlos. Y como de todo, también de ellos aprenderemos a conocernos mejor y a saber hasta dónde somos capaces de asimilar el dolor psíquico. Prefiero no verme en esa tesitura; aún sigo llorando a mi padre y han pasado ya catorce años...

    Un saludo

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    1. La alegría y la muerte están en nuestro alrededor, hay que saber relativizar todo ello.

      Saludos

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