
En los últimos años en España ha aparecido un revisionismo histórico que siempre ha movido a la duda de si merecía la pena dedicarle alguna atención , la respuesta debe ser positiva en cuanto denota un deslizamiento de la derecha social y política hacia un neoconservadurismo radical que va en aumento. Estos libritos que se editan, consiguen cierto éxito entre un público lector poco propicio a sofisticaciones; ahí no deriva su peligrosidad, su intención es difundir una serie de presunciones que en nada facilitan la convivencia, muchos de estos personajes como: Cesar Vidal, Ricardo de la Cierva o Pio Moa, son los mismos contertulios de emisoras ultraconservadoras, que se ensañan con la “Ley de Memoria Histórica” o cualquier tema que suene a progresismo. En el trasfondo de las posiciones defendidas por estos autores hay, por supuesto, una interpretación política de consumo inmediato. Todo consiste en culpar desde tiempos remotos a la izquierda -y los nacionalismos- de una actitud revolucionaria con resultado totalitario y exterminador del adversario.
Desconozco que medidas van a tomarse en cuanto es una obra subvencionada con dineros públicos y donde la objetividad, compromiso con la verdad, así como años de investigaciones rigurosas, con historiadores reconocidos en todo el mundo por sus escritos y enseñanzas sobre nuestra historia contemporánea, queda en cuestión por algunas de las biografías. Se ha tratado que esos nuevos conocimientos sobre la guerra civil y la dictadura franquista lleguen a las aulas, se difundan en libros en las mejores editoriales, todo esto hace un flaco favor a nuestra historia e historiadores.
De seguir así me pregunto, ¿Qué historia será la que conocerán nuestros nietos?, ¿la que trata de conciliar?, o aquella de la que desean una nueva confrontación, da la impresión que nada de eso preocupa a la Real Academia de la Historia, ¿qué ocurriría en Alemania o Italia, si sus Academias de la Historia quisieran revisar a Mussolini o Hitler?.