Hay quien manifiesta que la reducción de la ortografía, la abolición de géneros o los tiempos verbales así como otros cambios lingüísticos radicales, facilitan la accesibilidad, la eficiencia comunicativa o la adaptación a la era digital entre otras cuestiones. Estos argumentos reflejan una preocupación por hacer que el idioma sea más accesible y relevante para una amplia gama de hablantes en el mundo contemporáneo. Hoy utilizamos un vocabulario básico, válido para lo esencial, lo que dicen otros expertos es que esto tiene un impacto negativo en el coeficiente intelectual y en el desarrollo cognitivo de las personas.
Por el contrario hay quien defiende que la capacidad de comprender y utilizar un lenguaje sofisticado está ligada al desarrollo intelectual y a la capacidad de procesar información de manera efectiva.
Un lenguaje simplificado nos lleva a una reducción en la capacidad de expresar emociones, describir conceptos abstractos y formular argumentos persuasivos.
El lenguaje complejo estimula el pensamiento abstracto y la creatividad. El uso de estructuras sintácticas elaboradas y palabras menos comunes desafía la mente y fomenta la flexibilidad cognitiva. Un lenguaje simplificado conduce a un pensamiento más lineal y superficial, limitando la capacidad de pensar de manera crítica y analítica.
En resumen:
”si
no existen pensamientos,
no existen pensamientos críticos.
Y no hay
pensamientos sin palabras” .
Nota:/ Esta entrada es un resumen de un trabajo realizado por mi nieto para su clase de lengua.