Desde
que bajamos de los árboles, incluso, cuando estábamos arriba siendo unos
primates, socializábamos, formábamos pequeños grupos con los que cazábamos,
recogíamos frutas e incluso por las noches nos sentábamos a contar cuentos a la
luz de la fogata; el cerebro fue aumentando, nos hicimos más inteligentes,
creamos máquinas, partidos políticos, asociaciones de lectores y de amigos, la
máquina llegó a especializarse y formó “redes sociales” que con sus “likes”
acumulan cientos, algunos veces hasta muchos miles, dicen que son “amigos”,
ante esto, quiero preguntarme, ¿cualquiera de estos “like” pueden proporcionar
la calidez que puede dar un hermano o un auténtico amigo?.
Pese
a estar más conectados que nunca, la gente no se comunica, somos más
individualistas y solitarios, más manipulables, lo que nos lleva al origen de
muchas perturbaciones sociales y políticas, un claro ejemplo lo tenemos en casa
y en los países que que son referentes mundiales.
Hay
que ir pensando en la necesidad de volver a nuestros principios, de sentarnos junto
al fuego y contar historias, de no ser así, estaremos rodeados de máquinas pero
estaremos más solo que la una.