¡¡Y
yo me consideraba un buen lector!!, qué lejos estoy de serlo y que equivocado
estaba. Como todos los años hay páginas web que realizan concursos de lectura,
en algunas de ellas te proponen la
lectura de 100 libros de temáticas diferentes, pero la cosa va más lejos, un
experto matemático ha hecho números y dice que podemos leer 200 libros en un
año, así lo explica:
Parte de la
siguiente premisa: “La mayoría de los libros cuentan con unas
50.000 palabras de media, aunque ni que decir tiene que existen libros con
muchas más palabras y con muchas menos, aunque sino hiciéramos una media sería
imposible llevar a cabo estos cálculos.”
- 200 libros x 50.000 palabras/libro = 10
millones de palabras
- 10 millones de
palabras : 400 palabras/minuto = 25.000 minutos
- 25.0000 minutos : 60 =417
horas
Según los
números, hacerse se puede, según las estadísticas pasamos más de 1.500 horas al
año viendo la tele y más de 500 con el ordenador o con las redes sociales, pero
es que además, vamos al cine, al teatro, hacemos deportes, paseamos con la
familia, con los hijos y nietos; con esos números hay que leer un libro en poco
menos de dos días, ¿se puede disfrutar leyendo de este modo?, digo rotundamente
que no, es más, ni leyendo la mitad, 100 libros, se le sacaría placer a la
lectura, a los libros hay que mimarlos y eso no se hace a la carrera o leyendo de forma compulsiva.
¿Podemos
hablar de nivel de lectura cuando en España el 40% no lee nada de nada y el 35%
lee tan solo de 1 a 4 libros al año? (fuente: el CIS mes de junio 2017). Por suerte mi nivel de lectura es mayor, el pasado año leí 49 libros, creo que no está mal, aún me falta muchos para los 100, pero tampoco lo voy a intentar mientras disfrute leyendo tal y como lo hago.
Desde
luego estamos muy lejos en cuanto a nivel de lectura de países con Finlandia, Noruega,
Islandia o asiáticos con India o Tailandia, según esas estadísticas, España
ocupa el puesto 35, si tenemos en cuenta que existe correlación entre
desarrollo socioeconómico y nivel de
lectura, no debe de sorprendernos el lugar que ocupamos en el mundo.