Durante estos meses se ha hablado y escrito mucho sobre
los escraches y como los políticos tratan de defenderse alegando que su
familia e hijos se sienten presionados y atacados por esos colectivos de gente
que “brutalmente” les acosa en sus domicilios.
En el blog
del Juez Calatayud puedo leer alguna
reflexiones que el ex-defensor del pueblo José
Chamizo realiza con los hijos de los
desahuciados, dice: “¿No quedamos en
que siempre debe primar el interés superior del menor?, parece que no. En su informe anual de
2012 el Defensor
del Pueblo Andaluz ha alertado de la existencia de una generación de niños
que, según los expertos, acabará presentando, con toda probabilidad,
comportamientos “antisociales” como consecuencia de la afección que sobre los
mismos tiene el hecho de ser separados de su hogar.
José Chamizo, en rueda de prensa, ha
cifrado en una horquilla de 17.000 a 20.000 los niños en esta situación, según
los datos de la administración
autonómica, que apuntan al registro de 5.500 familias que se habrían visto
despojadas de su vivienda habitual, núcleos que “son los que más hijos suelen
tener”, con una media de tres o cuatro.
Los
expertos apuntan que los niños
desahuciados viven con “rabia, tristeza, ansiedad, negación y una profunda
sensación de derrota” un proceso de desahucio que supone “la pérdida de la mínima seguridad que da un techo, un barrio o
un colegio. Ello se traduce en “un dolor lento, profundo y desgarrador”,
que se corresponde con el desarrollo del procedimiento legal y que “pasa
factura” a los menores, que quedan en una situación “muy delicada” en lo que
respecta a su relación con sus progenitores y con el resto de la sociedad”.
Queda claro
que, mientras el político escrachado padece tan solo unos minutos, los
desahuciados viven su derrota y las deudas que le acompañan durante toda la
vida.