El domingo y por
casualidad, mientras hacia deporte con la elíptica frente al televisor pude ver
en canal1 + un magnífico documental francés del director Thomas Balmés sobre cuatro bebés nacidos en distintos lugares de la
tierra.
El documental sigue el primer año de
vida de cuatro bebés nacidos en Opuwo
(Namibia), Bayanchandman (Mongolia),
Tokio (Japón) y San Francisco (Estados Unidos), este documental pretende: capturar las primeras etapas de la humanidad,
que son al mismo tiempo únicas y universales para todos, y poner un poco en cuestión esa especie de etnocentrismo o egocentrismo occidental.
De
esta forma, mientras a Mari la pasean por las calles de Tokio bajo
una sombrilla, Bayar inspecciona las planicies Mongolia él solito;
mientras Ponijao juega en Namibia sobre un charco de agua, Hattie aprende
a andar en triciclo en un parque estadounidense. De la misma manera, así como
unos niños deben ir al zoo para ver animales, otros los tienen en el patio de
su casa.
Es un documental que nos propone muchas preguntas, una de ellas: ¿Son unos niños más afortunados
que otros?, al ver las estadísticas uno tiende a creer que los más felices
serán los que viven con más riqueza. En cambio, hay estudios que señalan que
las personas más deprimidas de la tierra son los franceses, pese a tener un
nivel de vida de media bastante alto, según estudios realizados .
A pesar
de estas diferencias, el documental hace hincapié en la esencia
universal del ser humano, y en las características comunes que comparten los
niños recién nacidos, más allá de su lugar de origen y su genética. Emilio Manuel M.