Desde hace un tiempo a esta
parte, de forma cada vez más constante se escucha y se lee en los distintos
medios de comunicación distintos modos de enfrentarse a la crisis, donde
pequeños o medianos colectivos se asocian y se autogestionan con monedas , educación y con sanidad ….propia.
Podríamos lanzar la
siguiente proclama, “de la crisis al poder”; sí, al poder vivir de forma
honesta, cubriendo todas las necesidades básicas del ser humano, compartiendo
solidaridad y saberes, estas
iniciativas que vienen a recordarnos tiempos pasados suelen practicarse,
especialmente, en zonas donde la abundancia no existe, o donde la crisis ha
tocado a todos aquellos que menos tienen pero que han sabido organizarse; se están dando casos en toda América Latina y últimamente se están
enfrentado en ello Grecia, Portugal y España, donde están surgiendo
iniciativas en Madrid, Barcelona, Sevilla…
En estos días he tenido conocimiento de un caso en pleno centro
de Barcelona, en la calle Sardenya, cerca
de la Sagrada Familia, donde desde hace tres años se ha establecido la Cooperativa
Integral Catalana (CIC), la forman unas 1.200 cooperativistas que se autogestionan y se auto-organizan viviendo al
margen del sistema, tomando sus decisiones en asamblea, su organización está basada en la confianza, algo que en la vida diaria e individualista se ha olvidado, el apretón de manos que
valía más que una firma en un papel ya no sirve.
Este
colectivo de ciudadanos actúan de la siguiente manera: “No usan el euro sino el eco, una "moneda libre" que
se puede intercambiar por horas de trabajo o productos. Han organizado una red
de asistencia médica, educativa y de acceso a la vivienda, basada en la
confianza entre sus miembros”.
Entre sus actuaciones han abierto un Centro de
Autogestión Primaria de Salud son lo que llaman «facilitadores de salud», personas que sin
titulación acompañan a los pacientes para buscar soluciones a los problemas
médicos más livianos, en caso de cuestiones más delicadas la medicina
tradicional es la que usan.
Los padres del barrio se han organizado para cuidar y
educar a sus niños en lugar de pagar su costo con el “eco” pueden pagar su equivalente con horas de
trabajo.
Disponen de una oficina de vivienda, donde se asesora a quienes corren el peligro de ser
desahuciados. Se les informa de las brechas que existen en el
sistema para que se puedan beneficiar de ello.
«No se
trata de ir contra el sistema, sino de salir del sistema», de hacer otras cosas que
no hundan al ciudadano y de hacer ver que otro modo de vida es posible.
Este sistema se está expandiendo por todo el
territorio catalán y peninsular e, incluso, en Italia y Francia se han
interesado para hacer una réplica.