Hace unas
cuantas entradas escribía sobre la necesidad de que volvieran los cantautores
para que, al igual que en los años 70, insuflen energía a los grupos sociales que
luchan de forma tímida así como a una sociedad que se encuentra medio adormecida.
Hasta ahora solo está chispeando, pequeños movimientos de rebeldía
aquí y allá; uno de los últimos, Gamonal (Burgos) o Alcázar de San Juan. Es necesario que llueva a cantaros, que
estos movimientos se mantengan en el tiempo, solo de este modo podremos hacer
que se cuente con la ciudadanía, tenemos que recordarle que las decisiones colectivas tienen que ser adoptadas por el pueblo mediante los mecanismos de participación que les hemos dado, la democracia
que nos hemos ganado, aunque no sea la mejor, no nos la han regalado ellos. No nos damos cuenta que nos tratan como “cosas”, tenemos que abrir los ojos y en lugar de “chispear” tiene que llover a cántaros.
La canción que en 1972 escribió Pablo Guerrero viene pintiparada
para esta reivindicación.
Esta es su letra:
Tú y yo muchacha estamos hechos de
nubes / pero ¿quién nos
ata? ./ Dame la mano y
vamos a sentarnos/ bajo cualquier estatua / que es tiempo de vivir y de soñar y de creer /que tiene que llover a
cántaros. Estamos
amasados con libertad, muchacha, / pero ¿quién
nos ata?/ Ten tu barro dispuesto,
elegido tu sitio/ preparada tu marcha./ Hay que doler de la vida hasta
creer / que tiene que llover a cántaros. Ellos seguirán
dormidos / en sus cuentas corrientes de seguridad./ Planearán vender la vida y la muerte y la paz. ¿Le pongo diez metros, en
cómodos plazos, de felicidad?/ Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian que la siesta se acaba/ y que una lluvia fuerte sin
bioenzimas, claro,/ limpiará nuestra
casa. Hay que doler de la vida hasta creer que
tiene que llover a cántaros.
En momentos de crisis,donde los hombres/mujeres somos pisoteados por los mercados y por sus lacayos los políticos, los cantantes deben de utilizar su música y letras como acto de lucha reivindicativa y no solo pensar, como los banqueros, cuantos euros vale su canción o como algunos políticos, cuanto me podré llevar al paraíso fiscal.