Cada vez que el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, tiene un viaje internacional, la dirección del Ejército del Aire
que gestiona sus desplazamientos incluye "extra de whisky y vino en los aviones". El Ministerio de
Defensa paga facturas de licorería y
vino que pueden superar " los 1.000 euros en cada vuelo", así
como jamón ibérico de bellota a "190 euros el kilo".
Los catering
para los políticos costaron el año pasado a 342.693 euros, mientras que
hasta junio de este año ya se han gastado 128.402 euros.
Con
motivo de una cumbre del G-20, en México, el Ejército compró 46 botellas de vino, de
las que se consumieron 24. Entre los licores que se bebieron durante la
travesía: dos botellas de Cardhu, dos de Johny Walker, una de vodka, tres de
ron Brugal y dos de ginebra Beefeater. El precio de los licores, "900
euros". En el vuelo acompañaban a Rajoy su mujer, Elvira Fernández y una
treintena de miembros del Gobierno. (Información extraída de Interviú y
de 20 minutos).
Después de esta borrachera, leemos que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato (1),
se ha comprometido con la Federación
Estatal de Bancos de Alimentos (FESBAL)– a flexibilizar las leyes
sanitarias para que las asociaciones benéficas puedan aprovechar los alimentos frescos que los
supermercados tiran a la basura. Mato acabaría de esta forma con el derroche de más de 50.000 toneladas de
comida fresca al año. Una cantidad con la que se podría alimentar a
unas 43.000 familias de cuatro miembros durante un año y que en
la actualidad está condenada a ir a la basura.
El año pasado la
Federación de Alimentos repartió 104
millones de kilos. Más de 3.000 empresas privadas colaboran con la federación
–integrada por 54 bancos de alimentos –, así como 2.000 voluntarios, en su
mayoría jubilados, que se dedican a esta tarea a tiempo completo.
¿Qué reflexión podemos extraer de estas dos
noticias?, las dejo colgadas en el aire de la globosfera. Personalmente me produce vergüenza ver a nuestros desvergonzados políticos. Emilio Manuel Martín