Que agustito nos quedamos cuando en
algún momento decimos una palabra mal sonante, hay veces que hasta nos
dirigimos al televisor para desfogarnos y que
bien nos sentimos cuando lo decimos, parece que nos hemos quitado un
peso de encima.
Creíamos
que hablar de esa manera era de maleducados y malhablados, estábamos equivocados,
según la revista Lingua revela que
los tacos producen “una poderosa expresión emocional y sirven para lograr
relaciones interpersonales, tanto positivas como negativas”
En
los tiempos modernos, las palabrotas más reconocibles caen en una de tres
categorías principales: religión (p. ej., maldición, infierno); sexo y partes
sexuales del cuerpo (p. ej., follar, coño, pinchazo); y palabras relacionadas
con las excreciones corporales (p. ej., mear, culo, mierda, caca, pedo, pis).
Gracias
a un trabajo liderado por el director del Centro de Ciencia Cognitiva de la
Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija, y el Área de
Lingüística de la Universidad de Alicante, los improperios más usados en España
son: gilipollas, imbécil y cabrón/cabrona. Completan el 'top 10' con subnormal,
hijoputa/hijaputa, tonto/tonta, idiota, puto/puta, capullo/capulla y
payaso/payasa.
Estos insultos funcionan como una pequeña válvula que libera presión de esa olla emocional que somos todos. Ante determinados momentos "es mucho más fácil decir un insulto que dar un golpe encima de la mesa, y nos viene bien para canalizar esa energía negativa hacia fuera sin hacer demasiado daño a nadie"
El trabajo concluye diciendo que “ningún insulto es gratuito”.
Leo en la revista satírica "El Mundo Today"este titular que sirve para completar esta entrada: