Cuanto ha cambiado el barrio en el que nací, en lugar de casas
bajas,hay altos edificios impersonales y algún que otro
hotel, en los bajos, gran número de tiendas; aquel barrio, el de mis recuerdos, estaba lleno de socavones, de luces mortecinas, sin vehículos, con niños/as que jugábamos
y muchos árboles que hoy han desaparecido,
los vecinos se conocían y se reunían en el
cine de verano; recuerdo como nos
subíamos a las copas de aquellas inmensas moreras para recoger sus frutos y
ponernos “hasta arriba” de moras y de “manchas”, ese inocente acto gamberro, siempre tenían
sus consecuencia.
Este paseo me ha recordado como siendo
niño, junto con mis primos y los amigos
del barrio, jugábamos al escondite, al pilla-pilla, a policías y
ladrones o a cowboy e indios; los “expertos”
dicen que ese tipo de juegos no son educativos, incitan a la violencia, no voy a entrar en ese análisis; hoy, unos cuantos años más tarde,
los niños no pueden salir a la calle, hay coches, desconfianza y miedo, se quedan en casa viendo la tele o jugando a la play, o simplemente no haciendo nada, son niños que están solos,
eso si, los cargamos de actividades extraescolares que no suelen ser de su
gusto.
Decimos
que esos niños son el futuro de nuestra sociedad, será una
sociedad de solitarios y de personas egoístas e insolidarias, adultos que de
niños/as no jugaron bajo un árbol; apenas damos importancia a estas cosas, no
son modernas, pero reflejan la sociedad de hoy y la del futuro.