Traoré junto al escritor
Bruno Le Dantec
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En uno de esos “bicheos”
sobre la prensa, he encontrado una noticia que sobrecoge. La historia ha sido trasladada a un libro
titulado “Partir para contar”, son las experiencias de un joven llamado Mahmud
Traoré, un chico subsahariano de 19 años que se marcha de Temanto, su
pequeña aldea de Senegal, cruza la frontera de Ceuta, lo consigue. Ahora
tiene 31 años, es carpintero en Sevilla. Mahmud tardó tres años y
medio en recorrer la distancia que hay entre Dakar (capital de Senegal) y Sevilla, un
camino que un turista en avión haría en tres horas. Estuvo esperando un año y siete meses para poder cruzar la frontera. Cuando lo hizo, en la noche del 28 al 29 de septiembre de 2005, la
policía marroquí abrió fuego, algunos
de sus compañeros murieron.
Estas son
algunas de las frases que Traoré nos traslada en su libro.
“Todo el mundo
sabe que si has venido aquí en vez de a Rabat es porque no tienes dinero para
pagar la patera. De hecho, los clandestinos llaman a Gurugú el “punto final”. Aquí
se viene a buscar la valla y punto.”
“El herido no
deja de sangrar. Ni él ni nosotros tenemos la posibilidad de regresar. Al
principio sus amigos lo ayudan, pero pronto solo queda uno para sostenerlo y
cuando este se da cuenta de que necesitará todas sus fuerzas para salvar el
pellejo, abandona a su compañero en el borde del camino con un pequeño bidón de
agua. Quizá un contrabandista de los que importan tabaco a Libia lo encuentre y
se lo lleve. Si no morirá donde lo dejamos.”
“He quitado la
tira de caucho que tiene la chancla entre el dedo gordo y los otros dedos y
hago un agujero en la suela con una hoja de metal calentada al rojo vivo. Ahí
es donde guardo mis billetes (…) La poli lo registra todo. Son capaces de
vaciar tus reservas de agua para comprobar que no has escondido nada en el bidón.”
“Mientras
hacemos una pausa para recuperar fuerzas, un olor insoportable nos obliga a
cambiar de sitio. El guía nos explica con frialdad que el hedor seguramente
proviene de un cadáver. Si un caminante muere, sus compañeros lo dejan al borde
de la pista. En el mejor de los casos, lo cubren de piedras y rezan por él
antes de seguir el camino.”
“Todavía hoy
guardo en la memoria el ruido de la ropa desgarrándose en las alambradas. Durante
el asalto se percibía muy claramente lo que sucedía a tu lado: los pantalones
rajados por las cuchillas, las avalanchas, los insultos y las quejas de los
desgraciados que caían encima de otros.”
“La frontera es
un auténtico negocio. Cuando nos soltaron en el desierto, el suboficial marroquí
me dio una palmada en la espalda:¡Vuelva cuando quieras amigo!”
“(En Libia)
hasta en la mezquita nos miran mal y nadie quiere rezar a nuestro lado en la
alfombra. Es entonces cuando siento que ya no estoy en África, que aquí mi piel
negra no vale nada y eso me duele. Los fieles se ríen de nosotros: pero
vosotros, ¿por qué rezáis? No os va a servir de nada, ya estáis chamuscado
desde el principio, ¡¡desde que vuestra madre os echó del vientre!!.”
“(Al entrar en
Libia) de ahora en adelante, pase lo que pase, sabemos que ya no hay vuelta atrás:
por nada del mundo querríamos cruzar de nuevo este desierto en sentido
contrario.”
“ A lo largo del
viaje los migrantes se inventan otras identidades y otras confesiones en función
de los lugares que atraviesa y de los prejuicios dominantes.”
No hay palabras ante lo que se nos muestra, mientras tanto, algunos, quieren engañarnos.
Título: "Partir para contar: Un clandestino
africano rumbo a Europa"
Autores: Bruno
Le Dantec y Mahmud Traoré
Editorial: Pepitas de Calabaza
288
Págs.