Allá por los
años 90, más bien a finales, la empresa en la que trabajaba,
hoy MoviStar, llamaba a todos aquellos que teníamos teléfono, ABONADOS; por esa época se atendían de forma personalizada y nos entendíamos aunque no estuviéramos de acuerdo, los mismos trabajadores teníamos una relación más directa y
cercana con los “jefes”. La liberalización y la competencia entre empresas de
telecomunicaciones estaba aún en mantillas; de un día para otro, se nos dijo que ya no existen abonados que la nueva palabra para dirigirse a ellos era CLIENTE; a algunos, aquello nos olió a
chamusquina, solo nos quedó protestar. Poco a poco, vimos sus consecuencias, el
concepto cliente tiene un trasfondo liberal y no digamos si en lugar de
cliente hablamos de CLIENTELISMO, y
así fue, se vendía que con ello todo mejoraría, la atención al nuevo abonado, ahora llamado cliente, la
calidad del servicio, habría una mayor productividad y en consecuencia un
abaratamiento de los servicios telefónicos, etc, etc.
No ha pasado mucho tiempo de aquel cambio de abonado a cliente, todos
hemos sufrido las consecuencias, los miles de trabajadores pasamos por varios
ERES y nos mandaron a la calle, las relaciones laborales se hicieron más
distantes, los nuevos trabajadores lo hacían por "objetivos" o eran “contratas” o autónomos, los altos directivos entraban y salían de la empresa llevándose un buen puñado de acciones; en cuanto a los
abonados, hoy clientes, pagan los servicios telefónicos más caros de la Unión
Europea, siendo su calidad bastante deficiente, la atención deja
mucho que desear, entró la competencia con varias multinacionales de la
comunicación, nada cambió, los acuerdos entre compañías, algo que es ilegal, se
hace sin que la administración intervenga, en España se les tiene miedo a las multinacionales.
Este cambio, no solo se ha producido en
las empresas de comunicaciones o eléctricas, también es considerado como cliente el CIUDADANO cuando entra en cualquier
servicio público, sea de proximidad del barrio, ayuntamiento, hospital,
servicios sociales, etc., nos hemos dejado arrastrar primero por las palabras
que creíamos no tenían importancia, al final nos han arrastrado con su
capacidad ideológica liberal que tenían, no nos hemos dado cuenta y así estamos, tenemos que recuperar el hecho de volver a ser
ciudadano y no cliente.