Ha pasado el día de la Constitución y este que escribe quiere ser un buen patriota, pero no en el sentido que la
RAE o algunos quieren darle, quiero ser patriota del mundo y que este fuera mi
patria, para que nos entendamos, diría que me gustaría ser “ciudadano del mundo”, difícil está la cosa cuando no se hace más que ponerle puertas al campo en forma de cuchillas o de minas contra personas.
La crisis, maldita crisis, ha hecho que la palabra “patriota” se multiplique y aquellos
que no comulgamos con determinadas políticas o ideas seamos consideramos como unos
pérfidos antipatriotas, algunos lo llevan a tal extremo que podríamos
calificarlos de patrioteros o chovinistas, pero aquí no se acaba la
cuestión, algunos dan un peligroso paso adelante, son los llamados jingoístas
que vienen a ser los nacionalistas exaltados partidarios de una acción violenta sobre
otras naciones, aquí aún no llegamos pero podríamos.
El británico Samuel Johnson manifestó “el patriotismo es el
último refugio de los canallas”.
Muchas cosas
tendrían que cambiar para sentirme patriota en mi país, para ello hay que
defender otra idea de patriotismo, habría que trabajar en la construcción
de un espacio político, social y cultural democrático y no seguir manteniendo
esta falsa democracia con una Constitución hecho a imagen y semejanza del poder
político y económico en la que no tenemos leyes, ni normas, ni valores desde
los que se garantice la libertad, la igualdad y el bienestar de todos los
ciudadanos, mientras esto no sea algo evidente, seguiré considerándome un pérfido
antipatriota.