“No te pagan por pensar”, menuda frase,
contundente, redonda y muy escuchada últimamente, se puede modificar con otra
igualmente destructiva “Me pagan por no
pensar”. La segunda frase la escuché en una serie
de televisión en boca de una mujer policía que, aunque de ficción, podemos
considerarlo como muy real, con ella han matado dos pájaros de un tiro: primero, ponen la frase en boca de una mujer ¿no piensan por si mismas? y segundo, es una policía que actúa
bajo el lema “no te pagamos para pensar”, precisamente en la vida real, por
actuar de ese modo, ocurren injusticias que podemos ver en los canales no
oficiales. En nuestro país, se están dando demasiados casos de violencia policial gracias a que a la policía no se le paga para que piense aunque sus problemas sean los mismos de aquellos a quienes golpean.
Habiendo escrito varias entradas sobre “el arte de pensar” me produce estupefacción ver la forma tan amable y
subliminal con las que nos endosan
frases cuya finalidad no es otra que la de atontarnos y aceptar comportamientos no democráticos.
Hace unos días publicaba en una entrada la
siguiente frase de Sir Francis Bacón
(1561-1626)