Acabo de leer el libro de Umberto Eco, “El cementerio de Praga”,
un autor y un libro que no es de fácil lectura, está editado por Lumen en el 2010; novela histórica ambientada en la segunda mitad del siglo XIX
en las ciudades de Turín, Sicilia y París.
Libro que es atacado duramente por la iglesia, entre otras cosas, por la
descripción que hace de sus miembros; para algunos críticos no es una
obra políticamente incorrecta, simplemente es una novela que recupera el
espíritu irreverente y provocador de la gran literatura. Como decía, el
libro depara una imagen muy desfavorable de los Papas y de los católicos, así
como los burdos intentos de demonizar al pueblo judío gracias a unos textos
llamados “Protocolos de los sabios de Sión”.
Sobre
los representantes de la Iglesia (los curas) el protagonista del libro dice:
“Uno
se hace cura o fraile para vivir en el ocio, y el ocio lo tienen garantizado
por su número. Si hubiera, digamos, uno por cada mil almas, los curas tendrían tantos
quehaceres que no podrían estar tumbados a la bartola mientras se echan capones
entre pecho y espalda. Y entre los curas más indignos, el gobierno elige a los
más estúpidos y los nombra obispos.
Empiezan
a revolotear a tu alrededor nada más nacer cuando te bautizan, te los vuelves a encontrar
en el colegio, si tus padres han sido tan beatos para encomendarte a ellos;
luego viene la primera comunión, y la catequesis, y la confirmación y ahí está
el cura el día de tu boda para decirte lo que tienes que hacer en la alcoba, y
al día siguiente en confesión para preguntarte cuántas veces lo has hecho y
poder excitarse detrás de la celosía. Te hablan con horror del sexo, pero los
ves salir todos los días de un lecho incestuoso sin ni siquiera haberse lavado
las manos par ir a comerse y beberse a su señor, y luego cagarlo y mearlo.
Repiten
que su reino no es de este mundo, y ponen las manos encima de todo lo que
pueden mangonear. La civilización nunca alcanzará la perfección mientras la
última piedra de la última iglesia no caiga sobre el último cura y la tierra
quede libre de esta gente” .
¿Que digo yo sobre esto?: Como persona que fue bautizado, que hizo la primera comunión, que me confirmé, que estudié durante 10 largos años en un colegio de curas (años 60) y que me casé por la iglesia -era el año 75 y las bodas civiles no estaban en vigor todavía- el segundo párrafo lo leo y asumo de forma literal; el punto primero es algo de la estructura interna de la Iglesia y, como nosotros los ciudadanos, cuando elegimos a nuestros líderes, parece que comenten los mismos errores, eligen a los peores a pesar de tener a un Dios que los guía, basta ver a la Conferencia Episcopal Español más preocupada de lo divino que de lo humano, ¿será la causa de que no haya dicho nada sobre los desahucios, los engañados de los bancos, los que pasan hambre, de los niños desaparecidos....?; en cuanto al último párrafo, ya está estudiado desde muchos ámbitos, incluso desde el antropológico, el referido al mangoneo de todas las religiones y la Iglesia Católica no lo es menos.
Discrepo con Eco sobre la bondad de la desaparición de la Iglesia o en forma general de las religiones, estas han sido, al menos en sus principios, beneficiosas, han resuelto los miedos y algunas preguntas que el hombre ha tenido desde que aparece en la tierra hace algunos millones de años, otra cosa es el hecho que más adelante se produce, el dominio de los hombres que lideran estas religiones por hacerse con el poder, imponen la táctica del miedo y así hasta nuestros días, también las religiones han de dar un giro copernicano y bajarse a pisar el suelo.
Umberto Eco es el autor de la
archifamosa “El nombre de la rosa”
llevada al cine, se puede conocer su biografía en el siguiente
enlace: