Hace unos día hablaba sobre nuestro primos, los "primates hominoideos", y como me sentía
orgulloso de ser pariente de un orangután o de un magnífico gorila, después
de haber leído el libro “La más bella historia de mundo” y
de lo escuchado de Neil de Grasse (1),
soy algo muchísimo mejor, soy hijo de las
estrellas.
La explicación no es difícil de dar, tras el Big Bang hay una evolución que va en un
sentido creciente de complejidad, las primeras partículas, los átomos, las moléculas,
las estrellas, los planetas (la tierra), las células, los organismos, los
primeros seres vivientes, hasta los curiosos seres a los que hemos llegado a ser. Todo esto sucede en una misma cadena,
a todos les arrastra el mismo movimiento. Descendemos
de los monos y de las bacterias, pero también de los astros y de las galaxias,
los elementos que componen nuestro cuerpo son los mismos que antaño, hace
15.000 millones de años fundaron el universo.
(1)Neil de
Grasse Tyson (Bronx, 5 de octubre de 1958),
astrofísico y director del Planetario de Nueva York, ha dicho:
"Cuando miro al cielo por la noche, me
estremezco al pensar que somos parte de este Universo, que estamos en el
Universo, y quizás más importante aún: que el Universo está en nosotros.
Muchos, al mirar las estrellas, se sienten
diminutos porque el Universo es inmenso. Yo me siento enorme porque todos los
átomos que me forman vinieron de esas estrellas".