Hay semanas que no hay nada que decir
salvo hablar de la consabida crisis; otros, sin embargo, se acumula el trabajo;
hoy lunes tenemos dos grandes hechos, fuego y futbol, ambos son noticia; hoy hablaré del primero que trae emparejado a
una clase política inepta y sus recortes, con unas consecuencias ecológicas, de
destrucción del bosque comunal y de dolor de aquellos que han visto quemarse
sus bienes, en tanto el máximo responsable político del país, junto con aquellos
políticos más próximos a los ciudadanos, estaban viendo ganar a La Roja, seguramente
celebrándolo con cava y caviar y no queriéndose enterar de que la zona del
levante estaba ardiendo por los cuatro costados con uno de los incendios más
importantes y destructivo de los últimos decenios.
Estos políticos incapaces de resolver los
problemas económicos del país con sus recortes, han de enterarse que, gracias a
esos recortes, han eliminado la limpieza del bosque (el bosque se limpia en
invierno, a esto se llama mantenimiento), igualmente se ha hecho con las
brigadas de incendios reduciendo efectivos humanos y materiales, ayer
manifestaban en televisión que algunos de los coches no tenían ni gasolina y
que eran los habitantes de los pueblos los que les suministraban, ¿dónde estaban
los aviones contra incendios?, igualmente se manifestaba que estos aviones que,
son caros su contratación, aparecieron cuando el fuego estaba muy avanzado, igualmente
cuando no hay para comer, gracias a esos recortes, algunos irresponsables aparecen y son capaces
de pegarle fuego al monte, hay un detenido.
Resumiendo: No hay dinero en el país
porque los bomberos (políticos, banqueros y algunos empresarios de la rama de
la construcción) del país se lo han fundido en otras menudencias como: asaltar
a la banca y llevarse hasta la calderilla, ya llenaran las arcas con el sudor del resto de
los ciudadanos, realizar obras megalómanas, ciudades de arte y ciencias y no
hablemos de los muchos urdangarines de turno.
Nuestra falsa democracia
merece igualmente que se le meta fuego por los cuatro costados y que empecemos
de nuevo como si el dictador no se hubiera muerto en la cama.