Desde que se tiene uso de razón nos han bombardeado con la
esperanza, cuando se es pequeño, esperanza de regalos si eres obediente; de jovencito, esperanza a ser alguien de provecho si se estudiaba; cuando
trabajas, esperanza de ascender en el escalafón; cuando te casas, las
esperanzas son muchas: amor, hijos, no tener deudas, etc…, toda tu
vida es una suma de esperanzas, unas se cumplen y otras, la mayoría, se quedan en el camino, ante todo esto, ¿qué es la esperanza?.
La esperanza, una de las llamadas
virtudes, junto con la fe y la caridad.
Santo Tomás de
Aquino, la definió: "virtud
infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir
la vida eterna y los medios, tanto sobrenaturales como naturales, necesarios
para alcanzarla, apoyado en el auxilio omnipotente de Dios”.
Voltaire
uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la razón
humana, de la ciencia y el respeto
hacia la humanidad, algo de lo que se carece hoy, manifestó que “la esperanza es una virtud
cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo
en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los
curas nos prometen a cambio de nuestro dinero”.
Erich Fromm uno de los principales renovadores de la
teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX, la define: “La esperanza es
paradójica. Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que
todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en
el lapso de nuestra vida” .
Según Fromm, las
religiones monoteístas educan a los individuos en la obediencia ciega a una
autoridad superior, que pone las normas por encima de cualquier razón o discusión.
Así, el individuo queda reducido a un mero servidor de un dios todopoderoso.
Estas respuestas ¿nos satisfacen plenamente?, ¿realmente
existe la esperanza, o es un subterfugio para justificar lo que nunca se va a
cumplir?, ¿qué esperanza nos están ofreciendo hoy?, ¿la de no estar en el paro?,
¿la de tener un trabajo digno?, ¿que las pensiones puedan satisfacer dignamente
a aquellos que lo han dado todo?, ¿que los jóvenes puedan emanciparse?, ¿que puedan estudiar?, ¿a ser atendido en la enfermedad?, ¿a tener una vivienda digna?...., esto no puede ser esperanza, ha de ser una
realidad y si no lo es, alguien nos la ha robado. Emilio Manuel M.