“La cultura moldea nuestras creencias. Percibimos la versión de la realidad que ella comunica. Paradigmas dominantes, conceptos predefinidos que existen como incuestionables, imposibles de desafiar, nos son transmitidos a través de la cultura. La cultura la hacen aquellos en el poder —hombres. Los varones hacen las reglas y las leyes; las mujeres las transmiten. ¿Cuántas veces habré oído a madres y suegras aconsejar a sus hijos pegar a sus mujeres por no obedecerlos, por ser “hociconas”, por ser “callejeras”, por esperar que sus maridos las ayuden con la crianza de los hijos y el trabajo doméstico, por querer ser algo más que esposas?
La cultura espera que las mujeres muestren mayor aceptación a, y compromiso con, el sistema de valores de los varones. La cultura y la Iglesia igualmente insisten en que las mujeres estén sometidas a los hombres.
Los humanos temen lo sobrenatural, tanto lo terrenal —los impulsos animales como la sexualidad, lo inconsciente, lo desconocido, lo ajeno— como lo divino —lo sobrehumano, el dios que hay en nosotros. La cultura y la religión tratan de protegernos de estas dos fuerzas. Se teme a la mujer por la virtud de crear seres de carne y sangre en su vientre —sangra cada mes pero no muere—, por la virtud de estar en comunión con los ciclos de la naturaleza. Dado que, según el cristianismo y la mayoría de las religiones mayoritarias, la mujer es carnal, animal y más cercana a lo terrenal, debe ser protegida. Protegida de ella misma. La mujer es lo extraño, la otredad. Es un reconocido fragmento de las pesadillas del hombre, es su Bestia de la Sombra. Verla le conduce a un frenesí de ira y temor”.
La crisis está provocando que la mujer esté siendo azotada por ella, la pérdida de derechos a todos los niveles es evidente, la obligación tanto del hombre como de la mujer es ir codo con codo para evitar la perdida de derechos, el mundo no avanza si un 50% de la humanidad está sofusgada.
La crisis está provocando que la mujer esté siendo azotada por ella, la pérdida de derechos a todos los niveles es evidente, la obligación tanto del hombre como de la mujer es ir codo con codo para evitar la perdida de derechos, el mundo no avanza si un 50% de la humanidad está sofusgada.