Esas propuestas se
concretan en el “Manifiesto por un consumo solidario”
Manifiesto
por un consumo solidario.
Compañer@s trabajador@s,
Nadie ignora la agresión que, desde hace
muchos años, venimos padeciendo por parte de todos los estamentos del poder,
fundamentalmente el económico. Tras años de salarios congelados, el colectivo
de trabajadores públicos, ha visto cómo, se le han aplicado recortes en dos
ocasiones en poco más de un año. En estos momentos, la situación se agrava
dramáticamente con los recortes en los servicios que se prestan a los
ciudadanos.
El resto de trabajadores en toda Europa, pero
con mayor virulencia en nuestro país, padece las consecuencias de un aumento
continuo del paro, una mengua en sus salarios y condiciones laborales, y serias
pérdidas en sus derechos sociales y sindicales.
Y esto no ha hecho más
que empezar.
Al mismo tiempo, los trabajadores del sector
público sufren una campaña de menosprecio a su trabajo, no desprovista de
calumnias y medias verdades, presentándolos frente al resto de los ciudadanos
como un grupo de privilegiados, vagos e incompetentes; como unas rémoras que están impidiendo la recuperación
económica del país. Esta campaña puede hacerse extensiva al resto de
trabajadores, enfrentándolos a los desempleados por el mero hecho de tener
trabajo: “Divide y vencerás”. Es un lema militar, que se aplica de modo natural
en esta crisis-guerra-lucha de clases.
Al
poder les conviene que estemos divididos, que no seamos capaces de fijar
nuestros verdaderos objetivos, y que no sepamos discernir quienes son los
enemigos en esta lucha. Lamentablemente, lo están consiguiendo.
Sin embargo, los grandes cerebros del FMI y
el Banco de España empiezan a advertir que con tanto recorte se retraerá el consumo.
Y sin consumo, no podrán arrancar las economías de los países, generando más
desempleo. Y -lo que realmente les importa- no se podrá pagar la deuda.
No sería raro que esas mismas instituciones
acabaran por acusar a los empleados públicos de desacelerar la recuperación del
país. ¿Por qué no iban a hacerlo una vez más? Ya les acusaron de vivir por
encima de sus posibilidades. Aún les acusan de ser un lastre para la economía.
Y ahora, podrían ser los responsables de la caída del consumo, puesto que, aun
viendo mermados sus ingresos, continúan estigmatizados por el sambenito de ser
unos privilegiados al mantener sus puestos de trabajo. Acusaciones todas, de la
primera a la última, falaces.
Por todo lo anterior, queremos proponeros un
cambio en nuestros hábitos de consumo. Consumamos en la medida de nuestras
posibilidades, pero hagámoslo de un modo “creativo”, pensando con detenimiento
a quién favorecemos con cada compra que hacemos.
Esta es nuestra
propuesta:
Consumamos lo que necesitamos pero
favoreciendo, siempre que podamos, a los pequeños comercios, negocios y
empresas, impidiendo al mismo tiempo, que la Banca siga lucrándose de forma
usurera con nuestro consumo.
Si la compra resulta un poco más cara,
debemos pensar que esos pocos euros que ahorramos consumiendo en grandes
empresas se detraen, en parte, de las condiciones laborales de sus
trabajadores, de las inversiones poco limpias de esas empresas, de la
explotación indiscriminada de la agricultura, la pesca y la ganadería. No
debemos tolerar que nadie use tu dinero para presionar al gobierno con el
objetivo de conseguir mayores beneficios para ellos y mayores recortes para
nosotros.
Pensemos también en el colectivo al que –en
cierto modo- ayudaríamos. Los autónomos y pequeños empresarios son el patito
feo de nuestra sociedad. La patronal los pone por delante en sus negociaciones,
puesto que efectivamente son los más desfavorecidos, pero se olvidan de ellos
en sus reivindicaciones, que pasan siempre por pedir peores condiciones
laborales para los trabajadores. Estas peticiones en nada favorecen al pequeño
comerciante, al autónomo, al pequeño empresario que ve cómo le pisotean los
mismos que dicen defenderlos, haciéndoles competencia desleal, presionando a la
baja con precios inasumibles, imponiendo horarios que ellos no pueden seguir.
Nada pueden imponernos acerca de nuestro
consumo. Nuestros conciudadanos, que lo están pasando tan mal o peor que
nosotros, se verían favorecidos, y aquellos que dicen defenderlos no podrían
decir nada, pues eso es lo que haríamos: defender lo que ellos afirman
defender.
Por
todo ello, si estás de acuerdo con nosotros:
Procura
consumir, siempre que sea posible, en los comercios de tu ciudad. Los
tienes cerca y aunque gastes algo más, lo estás invirtiendo en calidad de vida
para todos. De esta forma no subvencionarás a quien te insulta abiertamente,
como el dueño de la cadena Mango o Adolfo Domínguez, entre otros. Los
beneficios de estas cadenas los mantienen en una auténtica posición de
privilegio desde la que pueden hacer mucho daño a toda la ciudadanía.
Si no queda más remedio
que acudir a una gran empresa o comercio, intenta averiguar cuáles de ellas
tienen mejores condiciones
laborales, cuáles explotan menos el medio ambiente, cuáles pertenecen o no a
grupos de presión. Intenta no cribar sólo por el precio, porque cualquier
euro que ahorremos hoy, puede ser pan para hoy y hambre para mañana.
Procura
comprar en aquellos comercios o empresas que facilitan el consumo a los
desempleados, mediante descuentos o facilidades en el pago. No hay
demasiadas aún, pero estamos convencidos de que, si con nuestro apoyo
facilitamos su labor y la difundimos, cada vez habrá más.
Trata
de pagar siempre en efectivo, sobre todo en el pequeño comercio.
Conseguiremos dos objetivos: que el comerciante no tenga que pagar comisiones
por la venta y que su banco deje de ganar dinero con operaciones a crédito por
las que nos cobran intereses que superan la usura.
Plantéate
cambiar de banco. Busca uno que no invierta en asuntos sucios como
especular con alimentos, presionar con la deuda de un país o invertir en armas.
La banca ética puede ser una opción, pero no es la única. Hay que informarse,
porque no toda la banca es igual. Si somos clientes de un banco cuyos
dirigentes aconsejan la reducción de más prestaciones sociales o laborales,
debemos plantearnos recortarles
a ellos sus beneficios.
En nuestras manos está. Podemos conseguirlo.
Podemos poner nuestro pequeño grano de arena, humilde, pero creativo, social y
solidario.
HAZ
DEL CAPITALISMO TU CLIENTE.