Desgraciadamente, para ser político no es necesario estudiar, tampoco lo es para
otras muchas “profesiones” que vemos y oímos día tras día en los medios de
masas, desde maitines hasta completas, que
proporciona unos buenos ingresos, extraordinariamente elevados si los
comparamos con el mío o el del doctor
Pedro Cavadas merecedor de mucho mas, ¡seguro!. Ello nos lleva a pensar
que el amor por el conocimiento difícilmente lo
tienen ni políticos ni pseudo políticos o tertulianos, o personajillos públicos
que llaman ahora. La educación les trae sin cuidado, pero es un arma potente
con el que atacar o defenderse cuando sea necesario.
Ni
siquiera diferencian términos como Educación, Formación o Preparación. Utilizan la palabra formación cuando, en realidad, quieren decir
preparación, adquirir consideración profesional a través de un título, ganar
dinero fácil y con rapidez que es lo que
prima a día de hoy en este nuestro país. La formación es otra cosa.
Ahora que oímos hablar tantas veces de Grecia recordemos algo que ellos nos
enseñaron hace siglos. Los espartanos recibían una constante preparación para la guerra, con una dura formación militar que le
permitió no tener rivales en la guerra. Para los atenienses, por el contrario,
la educación buscaba un desarrollo humanístico integral. Los jóvenes
aprendían a leer y escribir, aprendían música y eran sometidos a entrenamientos
físicos que también les servía para la guerra. El estudio
y la práctica de la oratoria, especialmente para los ciudadanos que aspiraban a
ocupar algún cargo publico, era imprescindible.
Hablar
de educar es hablar del desarrollo integral de las personas, más allá de la
preparación profesional, de forma que esta debe ser una labor conjunta que no se puede dejar solo en manos de la
escuela. La familia tiene mucho que decir en este apartado y la sociedad
también. Educamos todos, o deberíamos hacerlo para no entrar en falsos o dobles
mensajes poco o nada eficientes sino contradictorios que es lo que hacemos en
realidad aquí entre todos.
Educar incluye conocimiento, razón,
pensamiento, autonomía, compresión de la
naturaleza de las cosas, personas o mundo que nos rodea y que entre todos hemos
creado. Implica respeto por las personas y sus actos, ambición por ampliar
los horizontes de la ciudad en la que
vivimos, la familia y amigos con la que convivimos. No se puede ser paleto,
solo del pueblo o ciudad donde ha
nacido, sin interés por aprender de
verdad otros idiomas (esa sí es una asignatura pendiente), ignorando otras
culturas y sobre todo, trastocando y adaptando “curricularmente” los hechos
históricos que han contribuido a configurar el presente. La historia es la que
es, pero no siempre tenemos la posibilidad de conocer distintas versiones y
formar un criterio propio. La historia la hacen ganadores y perdedores, ricos y
pobres, ciudadanos del mundo y paletos de pueblo, pero con motivaciones
distintas que no siempre conocemos con claridad.
Una
parte de la educación que cada uno llevamos dentro de la mochila que vamos
rellenando en el camino de la vida deberíamos adquirirla saliendo fuera de las fronteras de la República
Independiente de Nuestra Casa, para
poder conocer otras realidades y como decía Sabina “colarme en le traje y la
piel de todos los hombres, que nunca seré”.
La
confusión entre la preparación profesional,
la formación y el
desconocimiento preocupante de lo
que significa la educación genera el cóctel que de tanto en tanto se hace
explotar en manos de políticos ineptos y avivado por ignorantes tertulianos de medios, plazas
o bares y padres ávidos de endosar el duro peso de la educación de los hijos.
Pasar
de la mera preparación al conocimiento informado y la apreciación crítica de
las cosas para así llegar a una la formación profunda, se antoja como una barrera, a día de
hoy, casi insalvable, pero hay que tener
ilusión y trabajar por ello mediante el
estudio continuo, la constancia, la atención, y el desarrollo del noble arte de la expresión y del pensamiento
crítico.
La
educación lleva a las personas a ser capaces de pensar por si mismos, de forma
crítica si es necesario, a escribir con claridad o a comunicar con precisión
aquello que siente y necesita. Esta
crítica debería llegar a las formas en
que obtenemos el conocimiento y la comprensión de la sociedad que tantas veces
vienen dictadas de forma tan poco coherente con lo dicho anteriormente y
subyugadas más a otros criterios y razones ya sean políticos o sectoriales en
cualquier caso.
Quizás
es el momento de hacer un alto en el camino y sentarnos a debatir, entre todos
los componentes de la sociedad, cuál queremos, en realidad, que sea la
educación de nuestros hijos y qué competencia le corresponde a cada eslabón de
la sociedad. Hagamos entre todos que la educación no quede en manos de burócratas,
estadistas y políticos que desprecian a los profesores y pensemos en el
futuro que queremos dejar como herencia a nuestros hijos.
19 de septiembre de 2011
Pilar (*)
(*) Pilar es una amiga que es Maestra de Secundaria en la asignatura de Historia del Arte en un instituto de Madrid, una comunidad en huelga por los recortes que está aplicando su presidenta, hecho que igualmente está ocurriendo en otras, en esta carta reflexiona en profundidad sobre el particular.