El deseo de
permanecer siempre joven no es nuevo en el hombre, hemos oído siempre escuchar
leyendas y cuentos que hablaban de la juventud eterna. En los últimos tiempos,
gracias a la ciencia y a la medicina, esto se está aproximando a la realidad,
solo basta ver fotos de padres o abuelos en tiempos pasados y verlos ahora, una mejor alimentación, los
tratamientos antienvejecimiento o la nueva y lucrativa rama de la medicina
estética está llegando a todos/as, alcanzando la imagen idealizada; parecer más joven es cada vez más
asequible a todos.
Pese a lo anterior debemos de
entender que, de momento, se envejece de forma más o menos visible; pero olvidamos que
envejecer forma parte de la vida y, no se
puede negar que, hay quien no quiere envejecer y no acepta el paso del tiempo y
sus efectos, pero esto es una batalla que la tienen perdida y que provoca
frustraciones y un derroche de energía.
Tenemos que aceptar el paso de
las distintas etapas de la vida, somos más que la edad que tenemos, si estamos
contentos con nosotros mismos y con nuestro entorno es difícil que traslademos
al malestar a algo como nuestra edad. Pese a ello, no somos eternos, aunque
algunos lo quisieran ser.