Hace unas fechas he concluido la lectura del libro “Iglesia S.A.” de Ángel Munárriz, en él se habla de los teje manejes y la opacidad que se trae la Iglesia con el Estado con el objeto de no pagar impuesto alguno, se ahorra el IBI, el IRPF, el pago a profesores de religión, la nómina de los curas, recibe subvenciones por hospitales privados, escuela concertada, universidades, centros de mayores y recibe donaciones, dinero en b o, como se le llama en román paladino, “dinero negro”, de grandes entidades financieras, de particulares y empresas del IBEX, de los cepillos de las Iglesias, por todo ello no tributa un euro, tampoco de las entradas que cobra por acceder a sus iglesias y catedrales; igualmente recibe dinero de todas las casillas donde se ponga la cruz bien sea en la Iglesia o en fines sociales en la Declaración de la Renta, buena parte de las ONGs existentes están vinculadas a la Iglesia, ¡¡ah!!, olvidaba que a todo lo anterior hay que sumar las inmatriculaciones de hoteles, cocheras, locales múltiples que tiene alquilados a entidades privadas y ¿Qué decir de la Mezquita de Córdoba?.
Podríamos resumir el libro y esta entrada con un dicho popular que he encontrado en la lectura, dice lo siguiente: “Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, pero aquí el que pone el dinero es el César, Dios solo pone la mano. Queda claro, los ciudadanos somos el César, seamos cristianos apostólicos y romanos, agnósticos o ateos, todos pagamos a hacienda y a la Iglesia, menos la propia Iglesia que no paga nada, ni a nadie. ¡¡Que cosas!!.
La lectura de este libro, pese a intuir lo que cuenta, me ha dejado desolado, un argumento más para ser lo que soy, ateo, y cabrearme cada vez que este jubilado tiene que pagar a la Hacienda Pública.
Una de las máximas que mantiene el libro y personalmente lo creo, es que para que exista una iglesia fuerte, en España lo es, se necesita un Estado débil. Si el Estado dejara de pagar, la Iglesia desaparecería tal y como la conocemos hoy.