“No se puede rellenar el Mar de Aral con
lágrimas”
Muhammed Salikk (Poeta)
Un africano diría:
“Es
imposible regar mis tierras con lágrimas”.
Esta
es una de esas guerra que no saldrán en los medios de comunicación, como mucho
un par de segundos.
Ya escribí hace un año una entrada
titulada “la batalla por el agua”; en este periodo de tiempo transcurrido la batalla se ha convertido en
guerra; por aquellas fechas se celebraba uno de esos días que tan pomposamente le
gusta nominar a Naciones Unidas, “El día Mundial del
Agua y la Seguridad alimentaria”, con la intención de recordarnos uno de los Objetivos del Milenio “reducir
a la mitad la proporción de personas sin acceso al agua potable”,
recordemos que siguen careciendo de este elemento más del 11% de la Humanidad.
Resulta que, multinacionales agroalimentarias, fondos de
inversión, ¿qué coño hace un fondo de inversión aquí que no sea robar y matar
de hambre y de sed? así como Gobiernos extranjeros pelean por el control de los
acuíferos de la zona Este del continente Africano (esta es la misma zona donde
hace varios millones de años apareció el primer ser humano y tan solo 100.000 años
salió de allí el primer Homo Sapiens), los “chupópteros de la sangre humana”,
en connivencia con la corrupción de los sistemas políticos de la zona, han estado
comprando o arrendando ingentes extensiones de terrenos de labor rompiendo las estructuras agrícolas de la zona, ahora le ha
tocado el turno al agua dulce, ¿qué supone esto para los africanos?, en
principio la pesca y la agricultura a pequeña escala de millones familias desaparecería
y no podrían mantenerse, lo que invitaría a países como Kenia, Etiopía, Zambia,
Sudán etc.. a una violencia por la subsistencia.
Los
tiburones de las finanzas hace tiempo que detectaron el potencial del agua y su
fragilidad, resulta que por mucho que se celebre “El día Mundial del Agua” es el único
recurso imprescindible para el ser humano que no está protegido por ningún
acuerdo internacional, ante ello, los
malditos mercados han saltado sobre ella, como lo pone de manifiesto la firma
de inversión Chayton Capital, con
sede en Reino Unido y que ha estado adquiriendo tierras en Zambia. “El valor
real está en el agua”, cuentan las ONG de la zona, este nuevo hidrocolonialismo
que roba el agua de igual manera que en el siglo XIX robaron a los africanos y
los vendieron como esclavos, está inflando la cuenta de resultados de grandes
empresas sin que los organismos internacionales abran la boca, con estas
actuaciones ya no solo se busca el beneficio económico, también es una forma
para muchos países que explotan la zona de asegurarse un granero lejos de casa,
por ello, se encuentran países como Arabia Saudí que tiene tierras, pero no agua o China con una
ingente población que alimentar.
El
poeta uzbeko Muhammed Salikh
escribió: “No se puede rellenar el Mar de Aral con lágrimas”. Pero estamos
abocados al llanto. “Si el problema de la gestión eficiente de este recurso no
se resuelve, algunos países tendrán que importar agua para cultivar,
desalinizar, o incluso traer de fuera las cosechas propias”.
Documentado:
Le Monde Diplomatique
Webb sobre "la guerra por el agua"
Webb sobre "la guerra por el agua"