Vaya por delante que nunca he visto este programa aunque es imposible no saber de que trata ni de lo que pasó dado que las televisiones se retroalimentan de él. Para aquellos que me leen de otros países y no saben de lo que va, les cuento; es un reality show donde un grupo de personas, famosillos/as de medio pelo, los aíslan en una isla más o menos perdida, allí los dejan durante un par de meses, se van eliminando uno a uno hasta que queda el ganador; durante ese periodo de tiempo (dos meses) los concursantes se pelean, se insultan, hacen el ¿amor? (follan), se roban unos a los otros, mienten, se accidentan, adelgazan, etc., llegando a situaciones a veces intolerables y que son reproducidas en la pequeña pantalla. Parece que el culmen llegó en el último programa en el que en presentador llamó “hija de puta” a una concursante que había mantenido una conversación con la cuñada de un extorero que tuvo un accidente, en el que falleció una persona, y aún no sabia nada, a partir de ahí, se ha montado un buen guirigay; algunos analista de TV lo han visto de la siguiente manera:
María Dolores Cáceres, socióloga de la Universidad Complutense, explica que "lo que aparece en televisión es el reflejo, al menos, de una parte de la realidad. De una determinada sensibilidad, de unos determinados gustos, en una época determinada". La cosa no puede ser de otra manera, puesto que la televisión "tiene que reflejar la realidad porque tiene que conectar con algo que esté en el imaginario del receptor, si no conecta, pierde audiencia". Por lo tanto, la televisión ofrece lo que al menos una parte del público quiere ver.
Pero también se produce el efecto contrario, aquel en el que la televisión actúa como maestra y formadora. "Aquello que presenta la televisión en cierta medida nos conforma. Somos lo que comemos y somos lo que vemos. Aprendemos normas, valores, formas de conducta y de pensar viendo la televisión".
Para la socióloga, este tipo de escenas hace que "minimicemos la trascendencia de determinadas conductas, como la que nos referimos, que no parece muy gratificante. Al final les quitamos importancia y acabamos haciéndolo con el vecino, el de la esquina, el que vende el periódico… si lo hacen en la tele, ¿por qué no hacerlo nosotros?", se pregunta Cáceres.
De hecho, este jueves noche, mientras Jorge Javier Vázquez (el presentador) aseguraba que al ser horario nocturno se podía decir "hija de puta" y se podía burlar de una mujer que lloraba, había 120.000 niños de 4 a 12 años viéndole según la medición de los audímetros.
DIGO YO, EN ESE RATITO LOS NIÑOS HAN APRENDIDO MÁS QUE UN AÑO DE ESCUELA. ¡¡MALDITA TELEVISIÓN Y QUIEN LA MANIPULA!! ¿PODRÍAMOS VIVIR UN DÍA SIN LA CAJA TONTA?.