“La gente es como ha sido siempre. La condición inteligente, el progreso
material, no llevan consigo el progreso moral, cada generación humana está
preparada para causar el mismo horror que cualquier otra de sus antecesoras,
desde el origen mismo de la especie, los humanos somos mucho más sanguinarios y
crueles que las lagartijas, porque estamos acosados por la inclemencia de
sentirnos tiempo, algo que se extingue enseguida.
De la rabia de saberse
tiempo sale toda la furia, el odio es tiempo, el hambre es tiempo, el ser
humano concibe el infinito en forma de tiempo que transcurre sin concluir, como
el infierno para nosotros es tiempo, tiempo de sufrimiento que no se agota, somos
incapaces de imaginarnos fuera del tiempo, las pasiones son tiempo, de puro
tiempo están hechas tanto la esperanza como la desesperación, la avaricia, la
crueldad.”
José María Merino. “El lugar sin culpa”.Alfaguara
Leo, para comentar en el club de lectura ,“El río del Edén” de José María Merino, Premio Narrativa 2013, un
magnífico libro de sentimientos de deslealtad y de egoísmo, aunque también de sentimientos
esperanzadores como son el resurgir de la conciencia y la voluntad de aceptar
errores.
Con ese regusto agradable tras su lectura me he animado a leer otro de sus libros “El lugar sin culpa” del que he
entresacado esa reflexión inicial del autor; la novela que, es bastante breve (176 págs.), tiene mucho
de simbólico, habla de huida, de desarraigo y de infortunio; el autor se desprende de todo lo superfluo yendo a una narración pura y dura. Ambas novelas tienen un punto en común, los espacios, en el primero se encuentra en un bosque con una laguna, en el segundo es una isla, se podría hacer una comparativa entre Merino y el antropólogo francés Marc Augé que reflexiona sobre la identidad del individuo en función de su relación con los lugares cotidianos.
Son dos buenos libros que merecen su atención.