Hay en la obra de Paolo
Freire (1921-1997) tanto en “Pedagogía del oprimido”, como en “La educación como práctica de la libertad” una filosofía educativa que se puede trasladar al
libro de economía que tengo entre manos y que se titula: “La economía del bien común”
su autor, Christian Felber (1972- ), fundador de Attac Austria que además de economista es escritor, bailarín de danza
contemporánea y divulgador científico, digamos que es un hombre del renacimiento.
Freire distinguía en su pensamiento dos tipos de educación la bancaria y la liberadora.
La
educación bancaria es vertical, de arriba abajo: el educador piensa y el
educando escucha dócilmente. “...es el acto de depositar, de transferir, de
transmitir valores y conocimientos”. Sus efectos negativos son las de “mitificar la
realidad; negar el diálogo; domesticar la conciencia; inducir al fatalismo; es una educación reaccionaria.”
Por el contrario, en la educación liberadora nadie educa a
nadie; nadie se educa a sí mismo; los hombres se educan en comunión y en su
realidad concreta. La condición indispensable para que funcione es el Diálogo ( con mayúsculas, no la versión
devaluada de lo que hoy se entiende por diálogo), de tal forma que: “desmitifica
constantemente la realidad; despierta la creatividad; apuesta siempre por el
cambio; humaniza a los hombres, buscando el ser más en la solidaridad...”.
En este libro de “La economía del bien común”
tienen una serie de principios básicos similares a los textos de Freire:
confianza, honestidad, responsabilidad,
cooperación, solidaridad, generosidad y algo
que es fundamental, conocer las necesidades reales del hombre dejando al margen todos los artificios que, especialmente, en estos últimos años nos hemos
creado. En el pasado, el centro de la economía siempre ha sido el hombre, en algunas pequeñas culturas lo sigue siendo, pero en
occidente ¿Dónde aparece el hombre en la economía?, solo se habla de dinero y
en función a él “tanto tienes tanto vales”. En "la economía del bien común" que
propone Christian Felber, en el centro se encuentra un
ser humano, un hombre liberado de ataduras, tanto visibles como invisibles, que
le han ido inmovilizado durante siglos de mentiras y manipulación.
Si para Freire “Solamente los oprimidos pueden liberar a sus opresores, liberándose a
sí mismos”. Para Felber
El HOMBRE
NUEVO debe sentir PASIÓN por la IGUALDAD y por los valores del SER,
llegando a esta meta mediante la PRÁCTICA,
si es necesario descubrir nuevos caminos se descubren mediante ello, como decía
el poeta “se hace camino al andar” un camino que es de todos.
En unos momentos en los que la política no cuenta con el ser humano es necesario que miremos a esa educación y a esa economía en la que pone en el centro al hombre. Emilio Manuel Martín