Nunca me he
hecho grandes preguntas sobre la muerte y aún menos sobre una posible
inmortalidad, aunque la muerte te la recuerdan cada vez que un ser querido
fallece; la inmortalidad, en cambio, no estaba ni en mi vocabulario. En estas
fechas han caído en mis manos varios artículos científicos junto con el libro de Noah
Harari “Homo Deus. Breve historia del mañana” y comienzo a reflexionar sobre
preguntas que se hacen estos divulgadores científicos, sin saber si es posible
o es simplemente una quimera.
Según estos divulgadores, cuando alguien muere los especialistas médicos o aquellos dedicados a cuestiones de salud, manifiestan que han fallecido por fallos técnicos o fallos orgánicos, estos “mecánicos humanos” nos miran como si nuestro cuerpo fuera un conjunto de elementos donde cada uno de ellos puede ser reparado individualmente; si se estropea el corazón, se cambia; si es el riñón, se trasplanta; lo mismo ocurre con el hígado, los pulmones, así como con casi todos los órganos del cuerpo; aún hay limitaciones, pero según dicen, con el tiempo y los nuevos adelantos de la ciencia se irán solventando; manifiestan, “cada problema técnico tiene una solución técnica”, de ahí a decir que en un futuro más o menos lejano seremos inmortales, solo hay un paso, pero ¿quién quiere vivir 150 años o 200, qué digo, 500 años?; leo que, en ese futuro, se entrará en una clínica para un saneamiento general de células hecho un abuelo y se saldrá como un chavea que vivirá otras cuantas decenas de años hasta la próxima ITV del cuerpo humano.
Podemos pensar que si en un siglo del XX al XXI casi hemos doblado la esperanza de vida de los humanos gracias a vacunas, mejor alimentación, trasplantes de órganos, etc… puede que no se consiga la inmortalidad tan pronto pero ¿podríamos doblar la edad en el próximo siglo o en los más próximos?. Desde luego nosotros no lo veremos, e incluso pensándolo no sé si me gustaría vivir tantos años, mucho tendría que cambiar esta sociedad para hacerla más amena para que entren ganas de vivirla, desde luego antes de buscar la inmortalidad habría que buscar la eterna felicidad mundial.