jueves, 7 de enero de 2016

¿SEGURO QUE HEMOS VOTADO?.

Aun tratando de aislarme en estas fiestas de la batalla de pactos, es imposible, radios, televisiones, prensa e incluso en el bar donde suelo tomarme uno o dos vinitos, es la comidilla.

Las conversaciones siempre rondan en torno a la gran coalición, esa que dicen que es la mejor, (PP, PSOE, Ciudadanos), para los intereses del país, para los mercados y para los inversores.

           ¿Votan los mercados?, ¿votan los inversores?, estos entes quieren Gobiernos que garanticen políticas muy liberales, que aseguren el pago de la deuda, unas estrategias de salarios y pensiones bajas, resumiendo seguir con la austeridad y la filosofía de "menos para muchos, es más para pocos”.

           Si los que votan son los ciudadanos y no los mercados ni los inversores, ¿de qué coño hablamos?, si hacemos caso a las elecciones del día 20 de diciembre, la izquierda democrática de esta país ha ganado de forma suficiente, si no se hace caso a esta mayoría suficiente, si dejamos que los mercados, o los inversores, consigan sus objetivos, se plantea la otra pregunta, ¿para qué puñetas voto?.

          Está el otro latiguillo “los intereses del país”, ¿Cuáles son los intereses que tiene España?, ¿es la corrupción?, ¿la ampliación de las diferencias sociales?, ¿la austeridad?, ¿la subida del salario mínimo en un 1%?, ¿el aumento del número de ricos?, ¿la metida de mano en la hucha de las pensiones?, ¿subida de estas pensiones en el año 2016 del 0'25%?, ¿los contratos de trabajo por minutos?, etc…, ¿son estos los intereses del país?, para seguir con esto yo no he votado, han confundido el interés común con el propio.

           La izquierda ha ganado, pero como siempre está hecha unos zorros incapaz de ponerse de acuerdo, si no lo consiguen y vuelven a gobernar los mercados y los inversores, en las próximas elecciones no seré yo quien vote, volverán a votar los mercados y los inversores buscando sus mejores interés, por eso  no paran de machacarnos con su lema "O NOSOTROS O EL CAOS" . 

sábado, 2 de enero de 2016

ERASE UN SASTRECILLO…

Que en su taller mató de un golpe a siete moscas que le importunan. Sorprendido por el gran número decide salir a contar su hazaña, para lo que borda un cinturón en el que pone “siete de un golpe”. Llega cerca de un palacio donde los campesinos y gente de la corte al leer su cinturón, creen que se trata de siete hombres. Por el valor y la fuerza que le suponen, el rey, enterado de su presencia, le encomienda entonces salvar al reino de diferentes peligros: dos gigantes, un jabalí y un unicornio. En recompensa el sastre recibirá la mitad del reino y la mano de la princesa. El valiente sastrecillo consigue vencer los obstáculos gracias a múltiples astucias y mucho ingenio.

           “El sastrecillo valiente” es la obra de los Hermanos Grimm a la que llevé a mis dos nietos en un día que ya están de los nervios a la espera de que lleguen los Reyes de Oriente, la obra introduce a los niños/as en el mundo de los títeres, de la música y de la sastrería mostrándoles que existe otro mundo de imaginación que nada tiene que ver con esos juegos electrónicos y que están a la espera de recibir en ese mágico día.

           Esta obra de títeres está dando la vuelta a toda España, merece la pena que los pequeños y los que son menos pequeños puedan ver si se os cruza por el camino. 

lunes, 28 de diciembre de 2015

NO SUSANA, NO.

         
 
           Como andaluz y antiguo militante del PSOE me intereso por lo que ocurre en mi comunidad y en el partido que durante un tiempo milité. Sobre la Secretaria General del Partido en Andalucía ya he expuesto mi parecer en más de una ocasión por ello cuando he visto este artículo en el diario digital Público.es he coincidido con el periodista desde la primera letra a la última, dice:

Juan Tortosa. Diario Público
             Lo recordaba Ada Colau hace unos días: “Solo hay una receta: respeto y fraternidad”. Dos ingredientes imprescindibles para seducir votantes y crear “sólidas alianzas en todo el Estado”.
           Todo lo contrario al estrés y la crispación que transmite Susana Díaz cada vez que habla. No, Susana, no. No quiero que me salven políticos como tú, crecidos en la desconfianza y curtidos en la conspiración.
           No, Susana, España no es como tú ni como según qué miembros de tu partido, todo el día con la faca en la mano izquierda, mientras con la derecha os santiguais. No. Susana, no. España no se va a romper porque haya más democracia, ni porque la gente reclame derechos legítimos, ni porque se abran las urnas para conocer cómo, una parte de sus ciudadanos, quieren que sea su futuro. No, Susana, no, el camino no es ni que os despellejéis dentro de tu crispado partido ni que demonicéis a quienes no piensen como vosotros.
           Quizás convenga recordar, oh Susana, que has llegado donde estás porque te colaste por la puerta trasera, por una carambola a tres bandas que pasó por la huida de Chaves, la posterior marcha forzosa (por un asunto de presunta corrupción relacionado con su mujer) de Rafael Velasco como número dos del psoe andaluz, dimisión que te aupó y te dejó el camino libre; y finalmente el cansancio de Griñán. Las urnas que te legitimaron llegaron mucho después que tus primeros paseos por Ferraz sacando pecho.
           Como andaluz, humildemente me permitiría pedirte que apostaras por la humildad. No me siento representado por tu soberbia ni  tu prepotencia, que me producen verdadera vergüenza ajena. No sé qué guerras te traes con Pedro Sánchez, y la verdad es que me interesarían muy poco si no fuera porque, en momentos como éste, esas trifulcas nos afectan a todos y desvían el tiro de a donde verdaderamente debería dirigirse.
           En nombre del tradicional espíritu progresista de tu partido, en nombre de la esencia que lo dota de sentido, en nombre de las veces que gente como yo os votó en otros tiempos, te pediría que reconsiderases planteamientos frentistas y guerracivilistas como los que últimamente vienes manifestando.
           Que Podemos quiere romper España, dices. No te lo crees ni tú. Me gustaría verte defender esa hipótesis en un debate con Pablo Iglesias. O con Teresa Rodríguez, a quien tu Canal Sur por cierto, aferrándose a la legislación vigente, le prohibió medirse contigo en la campaña electoral andaluza del pasado mes de mayo.
           El futuro de este país, oh Susana, no puede pasar por las tesis que tú mantienes, y menos aún si eso se hace desde un partido progresista. Es una verdadera pena que en muchos pagos se te compare con Esperanza Aguirre, que crispa, tensa y da esplendor al enredo y al embrollo como nadie. Ese no va a ser tu camino, ¿verdad?
           “Ya no hay café para todos, solo para Ada Colau”, has llegado a decir. Y a mí esa frase, como a la alcaldesa de Barcelona, “me suena a vieja, me suena a pasado. La frase y la estrategia que hay detrás: confrontar pueblos para sacar rédito político. Una estrategia irresponsable -como también afirma Colau- que nos ha llevado a un bloqueo del que no saldremos con más crispación y polarización, sino con más respeto hacia la diversidad y con más fraternidad entre pueblos”.
           Más fraternidad hace falta, Susana, y menos “cultura de  partido”, ese concepto añejo que prioriza intereses internos y se olvida de lo que verdaderamente importa a a la ciudadanía de a pie. Me gustaría saber, este lunes 28, el tiempo que le dedican en el Comité Federal socialista a preguntarse por qué su partido ha perdido millones de votos, especialmente en los barrios populares, y el que emplean en dispararse dardos envenenados. Me gustaría saber cuánto tiempo le van a a dedicar a hablar de Catalunya en serio, a plantearse acabar con las puertas giratorias o con la vergonzosa dependencia de la Justicia del poder ejecutivo… y cuánto a reprocharse los unos a los otros la catástrofe electoral mientras entre todos le van haciendo la cama a Pedro Sánchez sin piedad.
           No, Susana, no. Aquí nadie quiere romper España, sino que las cosas dejen de ser como siempre han sido. Es el momento del cambio protagonizado por la gente común. Hombres y mujeres, como diría Ada Colau que “quieren decidirlo todo desde abajo, y que no tienen miedo a resolver los conflictos políticos con la única solución válida en democracia: más democracia”

            Yo también firmo este artículo
            

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