Estamos tan
preocupados por la crisis, que no vemos lo que ocurre fuera de ellas. Sin embargo pasan cosas
desagradables que no son analizadas. En un pueblo de Mallorca, Sa Pobla, veta
el burka
en espacios públicos (El País Digital 6.9.11), dice su alcalde "Es una medida política, de prevención de la seguridad ciudadana
que no pretende abrir un debate cultural ni una segregación religiosa", Sa Pobla, ha seguido el ejemplo de otros 13 municipios españoles en el
veto al burka, municipios
donde nunca ha existido problemas con los inmigrante y donde existía una buena
armonía social.
Salvo que esté equivocado
el burka no constituye un problema
social en nuestras ciudades y pueblos, este atuendo junto con el niqad dicen que choca con los valores de occidente y
lo que nosotros entendemos por sociedad abierta y moderna, por cuanto supone la
ocultación de la identidad de la mujer. El dilema es si se debe de prohibir
este modo de vestir. En caso afirmativo, como se haría, tengamos en cuenta que
hay en juego otros derechos y sensibilidades.
Los argumentos que
plantean los abolicionistas son de seguridad y de dignidad; ¿seguridad?, es que
esperamos que lleven una bomba y un Kalashnikov bajo la ropa, demencial; en
cuanto al tema de la dignidad, si en España tenemos una Ley de Igualdad y un
Código Penal que permite ir a la justicia a toda aquella mujer que se sienta
agredida ¿porqué se abordan problemas de carácter cultural y religioso?.
Hay partidos muy
protectores de la dignidad y derechos de la mujer, sin embargo no exigen que el
Estado deje de financiar a la Iglesia Católica por impedir el sacerdocio
femenino, o piden la eliminación del hábito de las monjas, cuya misión no es
otra, al igual que el burka ocultar
las características físicas de la mujer. Otro de los grandes velos de la
sociedad occidental incluida la Española
es la talla 36 o la cirugía estética por poner solo unos ejemplos.
El comisario europeo de Derechos Humanos , ha criticado las legislaciones de diversos países que prohíben el burka porque considera que no logra la liberación de las mujeres que se cubren con esta vestimenta, sino que fomenta su exclusión social, continua diciendo que, "hacer de las prácticas de vestir de un pequeño número de mujeres un problema central que necesita con urgencia debates e iniciativas legislativas, es capitular tristemente frente a prejuicios de xenófobos".