viernes, 5 de julio de 2013

LA IGLESIA Y ECO

Acabo de leer  el libro de Umberto Eco, “El cementerio de Praga”, un autor y un libro que no es de fácil lectura, está editado por Lumen en el 2010; novela histórica ambientada en la segunda mitad del siglo XIX en las ciudades de Turín, Sicilia y París.
Libro que es atacado duramente por la iglesia, entre otras cosas, por la descripción que hace de sus miembros; para algunos críticos no es una obra políticamente incorrecta, simplemente es una novela que recupera el espíritu irreverente y provocador de la gran literatura. Como decía, el libro depara una imagen muy desfavorable de los Papas y de los católicos, así como los burdos intentos de demonizar al pueblo judío gracias a unos textos llamados “Protocolos de los sabios de Sión”.
         Sobre los representantes de la Iglesia (los curas) el protagonista del libro dice:
           “Uno se hace cura o fraile para vivir en el ocio, y el ocio lo tienen garantizado por su número. Si hubiera, digamos, uno por cada mil almas, los curas tendrían tantos quehaceres que no podrían estar tumbados a la bartola mientras se echan capones entre pecho y espalda. Y entre los curas más indignos, el gobierno elige a los más estúpidos y los nombra obispos.

            Empiezan a revolotear a tu alrededor nada más nacer  cuando te bautizan, te los vuelves a encontrar en el colegio, si tus padres han sido tan beatos para encomendarte a ellos; luego viene la primera comunión, y la catequesis, y la confirmación y ahí está el cura el día de tu boda para decirte lo que tienes que hacer en la alcoba, y al día siguiente en confesión para preguntarte cuántas veces lo has hecho y poder excitarse detrás de la celosía. Te hablan con horror del sexo, pero los ves salir todos los días de un lecho incestuoso sin ni siquiera haberse lavado las manos par ir a comerse y beberse a su señor, y luego cagarlo y mearlo.

            Repiten que su reino no es de este mundo, y ponen las manos encima de todo lo que pueden mangonear. La civilización nunca alcanzará la perfección mientras la última piedra de la última iglesia no caiga sobre el último cura y la tierra quede libre de esta gente” .

                ¿Que digo yo sobre esto?: Como persona que fue bautizado, que hizo la primera comunión, que me confirmé, que estudié durante 10 largos años en un colegio de curas (años 60) y que me casé por la iglesia -era el año 75 y las bodas civiles no estaban en vigor todavía-  el segundo párrafo lo leo y asumo de forma literal; el punto primero es algo de la estructura interna de la Iglesia y, como nosotros los ciudadanos, cuando elegimos a nuestros líderes, parece que comenten los mismos errores, eligen a los peores a pesar de tener a un Dios que los guía, basta ver a la Conferencia Episcopal Español más preocupada de lo divino que de lo humano, ¿será la causa de que no haya dicho nada sobre los desahucios, los engañados de los bancos, los que pasan hambre, de los niños desaparecidos....?; en cuanto al último párrafo, ya está estudiado desde muchos ámbitos, incluso desde el antropológico, el referido al mangoneo de todas las religiones y la Iglesia Católica no lo es menos.

                 Discrepo con Eco sobre la bondad de la desaparición de la Iglesia o en forma general de las religiones, estas han sido, al menos en sus principios, beneficiosas, han resuelto los miedos y algunas preguntas que el hombre ha tenido desde que aparece en la tierra hace algunos millones de años, otra cosa es el hecho que más adelante se produce, el dominio de los hombres que lideran estas religiones por hacerse con el  poder, imponen la táctica del miedo y así hasta nuestros días, también las religiones han de dar un giro copernicano y bajarse a pisar el suelo. 
                  
         Umberto Eco es el autor de la archifamosa “El nombre de la rosa” llevada al cine, se puede conocer su biografía en el siguiente enlace:

miércoles, 3 de julio de 2013

¡¡QUE DIGO YO!!. ESTOY EN BLANCO

Ha caído la canícula, mi intención primera es  permanecer en la cama, hay que moverse, el calor  se hace insoportable, la mente espesa recibe ordenes, no actúa aunque lo hace muy lentamente; tras una buena ducha y un buen café bien cargado, me siento ante el ordenador a preparar una entrada, no se me ocurre nada, la pantalla en blanco, entiendo el miedo del escritor cuando su vida depende de emborronar ese blanco impoluto; no, no sale, no se forman imágenes, mis temas cotidianos están encapsulados sin ganas de hacerse presentes, me desespero; la prensa que siempre habla de lo mismo, ni la miro; se me cruza una idea, mirar esas frases “chorras” y fuera de contexto del google, encuentro una que es propia de la época y de lo que me ocurre, la frase es:

“Los insectos de verano caen muertos sobre mis libros”.
        Investigo quién la dijo, la frase es de Shiki Masaoka, un total desconocido, ahora se que fue un poeta, crítico literario y periodista japonés del periodo Meiji que vivió a finales del siglo XIX.
         He de decir que los insectos, muertos de calor, caen sobre mis libros pendientes, serán leídos al ritmo del verano, tranquilo, en la sombra y junto al agua.
          Veo otra frase, me la apunto, es interesante, sobre todo muy educativa.

         “No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice”.  Frase de Quino en boca de nuestra amiga Mafalda, sobre ella ya no escribo más, se puede hacer una tesis. 

         Para que luego digan que es difícil hacer una entrada. Como ayer dije a un amigo blogero, son las consecuencias de las temperaturas de esta ciudad. 

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